Mañana sábado, en El Túnel, el revolucionario espacio cultural del barrio Oliver, va a tener lugar un acontecimiento cultural ciertamente singular.

Un grupo de artistas se dará cita a lo largo de toda la jornada para llevar a cabo una original performance que mezclará el arte urbano, la literatura y la música.

Carlos Bribián, pintor y dibujante de cómic, ha coordinado, junto con el Grupo Hélice, un proyecto que, básicamente, consistirá en pintar a lo largo de todo el sábado cuatro grandes murales en las paredes exteriores de El Túnel.

Para ello, junto a Bribián trabajarán codo con codo otros tres artistas: Antonio Martínez, Ricardo, El Richie y Sergio El Piña. Los cuatro se van a inspirar en temas clásicos. Martínez en Teseo y el Minotauro. Bribián en Orfeo y Eurídice. Sergio en Las doce pruebas de Hércules y Ricardo en Prometeo encadenado.

Semejante eclecticismo de autores ultramodernos enfrentados a temas ultraclásicos no será el primero ni el último de tan paradójica y excitante jornada, inspirada en una filosofía basada a su vez --para expresarlo en palabras de los propios autores--, en "la democratización del acceso a las nuevas tecnologías de la creación, que ha permitido que desaparezcan las líneas divisorias entre la música, la pintura, la fotografía y el cine, dando lugar a nuevos eclecticismos en cuanto a formato, con gran aceptación por parte del público más joven".

Además de los grafitis, que irán coloreando los muros de El Túnel, la música tendrá un papel muy destacado a lo largo de toda la jornada. Por la mañana, a las once y media, y por la tarde, a las seis y media, una serie de acordes asimismo muy originales acompañarán el quehacer de los artistas plásticos. Instrumentos africanos y australianos dejarán oír sus melódicas notas de la mano del músico Miguel Cerdán, que interpretará al violín piezas más conocidas, como un concierto de Bach.

Una ocasión atractiva y divertida para disfrutar de un día de arte al aire libre y para ponerse al día en las novísimas tendencias de un estilo de expresión artística que no acepta barreras, que no respeta géneros, aunque tal vez, sin quererlo, esté creando uno. Y una nueva manifestación de que el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza apuesta sin paliativos por dar cancha a aquellos artistas zaragozanos que aman el riesgo.