Esta es una historia de escopetas, mucho odio, bastante sangre y algún que otro recelo. Dos cañones de carabina como dos túneles apuntan al espectador desde el centro del cartel de la película de Carlos Saura, El 7º día . La cinta está inspirada en los crímenes de Puerto Hurraco (Badajoz), cuyas calles quedaron sembradas hace 14 años con 9 cadáveres por los disparos de un par de rifles de caza, obra de Emilio y Antonio Izquierdo, dos hermanos llenos de odio y ansia de venganza.

Con las escopetas cargadas (éstas figuradas) esperan en Extremadura el estreno, el próximo viernes, de la película, después de que el presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, lanzara algunas bombas dialécticas contra el filme y su autor, acusándole de querer dar una imagen negativa de su región. De Saura dijo que era "un paparazzo que sólo busca dinero". Su consejero de Cultura, Francisco Muñoz, le llamó "director mediocre".

El tiroteo prosiguió ayer, tras el preestreno en Mérida. La Asociación de Vecinos de Puerto Hurraco manifestó que el pueblo se siente "utilizado con fines promocionales". A través de un comunicado, la asociación afirmó: "Estamos hartos de que se vapulee a nuestro pueblo, de que se nos estigmatice, de que se nos confunda constantemente a las víctimas con los verdugos".

Desde los familiares de las víctimas también se han oído protestas. "Su reacción es más comprensible, pero cambiarán de opinión cuando la vean", garantizó Andrés Vicente Gómez, el productor.

Antes, éste y Saura expusieron ante la prensa local las razones del proyecto y dar réplica, de paso, a algunas críticas. "No entiendo de qué se alarman. Lo raro es que esta cinta no se hubiera realizado ya hace tiempo, porque creo que en esta historia hay un buen filme", declaró Vicente, quien definió la reacción de Rodríguez Ibarra como "un caso de populismo, una burrada, una metedura de pata de la que espero se disculpe cuando vea la película". Presidente y consejero, invitados al preestreno, no comparecieron.

El productor narró la prehistoria del filme. Animado por su olfato convenció a Ray Loriga para que redactase el guión y fue éste quien le sugirió el nombre de Carlos Saura. "Que quede claro. Esta "--dijo el director-- "no es una película sobre Puerto Hurraco. Una película es ficción. La mía sólo pretende reflexionar sobre los orígenes de la violencia y hasta dónde puede llevarnos el odio". Los nombres de los personajes no coinciden con los reales. Pero la cinta es fiel a los hechos que tejieron aquella maya de odio, desde el primer desaire que puso en pie de guerra a las dos familias (un desplante amoroso), hasta la orgía de sangre desencadenada un domingo de 1990.