¡Eto me suena! quiere "abrir las puerta de la música a otros mundos", descubrir que los sonidos conviven con disciplinas científicas como las matemáticas, la física, la química o la astronomía; y todo ello de una forma muy didáctica. Y es que la exposición, que desde ayer y hasta el próximo 27 de abril puede verse en el Centro de Historias, tiene dos lecturas; "una más superficial" que responde a curiosidades como cómo oyen las serpientes o las arañas si no tienen oídos y otra, que invita a "seguir buscando información". Y todo ello con la posibilidad de jugar a hacer sonidos con cacerolas, pajitas, botellas, tubos... "que sorprenden y que impactan mucho" aseguraron los comisarios de la muestra, Ángel Vergara y María José Menal, ambos miembros de La Chaminera. Y es que la muestra incluye un total de 17 experimentos con los que crear música con objetos cotidianos.

En un primer paseo, a través de paneles se explica qué es la música. La Física nos descubre que la música es una combinación de sonidos y para que estos se produzcan tiene que haber un emisor, un receptor y un transmisor; y también permite comprender que el sonido es una vibración. La matemática está detrás de la música, aunque no lo parezca porque es necesaria para que existan términos como una octava, o compases de 3/4 o 6/8. A la hora de fabricar un instrumento, la cuerda se divide mediante una fórmula matemática que permite crear la escala musical. De ahí el primer experimento, al golpear una botella, el sonido será diferente según la cantidad de líquido que contenga. Más agua, más grave, menos agua, más agudo.

La química está presente porque barnices y lacas y los nuevos materiales plásticos han permitido un gran desarrollo en todo tipo de instrumentos y en aparatos para amplificación, grabación y reproducción de música. Nada tiene que ver un walkman con un mp3, un micrófono con una mesa de mezclas.

¿ASTRONOMÍA?

Sí, también tiene que ver con la música, al igual que existe una distancia entre las órbitas de los planetas y sus movimientos son diferentes; en el caso de coger un tubo de plástico y darle vueltas, según la velocidad sonará de una forma o de otra; incluso se pueden hacer sonar canciones. Y así se podría seguir por la antropología, la lingüística, la geografía (cada país tiene sus instrumentos) o la taxonomía. La exposición permite descubrir cómo se puede mejorar o empeorar la acústica de la sala (un buen aislante son las hueveras de cartón).

Pero a la hora de descubrir por uno mismo, la exposición tiene un gran atractivo. Un golpe suave en una percha queda amplificado como si fuera una campana si se escucha a través de una cuerda. Tocar el borde de una copa con un dedo mojado provoca un sonido y una vibración tal que es capaz de mover una pelota. Chladni era capaz de dibujar al tocar con un arco de violín un disco fino al que previamente había echado arena; el theremin suena solo con acercar un dedo (precedente de la música electrónica); y un sonido leve de una cajita de música suena en toda la habitación al crear una caja de resonancia.