Ocho años sin componer un disco, para un cantautor, es sin duda motivo para plantearse su futuro profesional en la música. Pero si se trata de Joaquín Carbonell, la cosa cambia, ya que este cantante que se subió a los escenarios con Labordeta en los 80, y también periodista y escritor, no tiene tiempo para aburrirse. Tras presentar su novela Un tango para Federico, llegando incluso a Argentina y Uruguay, el 9 de marzo presentará en el Centro Cívico Universidad de Zaragoza un nuevo trabajo discográfico, titulado El carbón y la rosa en honor a la obra de la poetisa de la Generación del 27 Concha Méndez.

-Desde 2008 sin publicar canciones nuevas, ¿es un disco hecho con calma, o le vino la inspiración hace poco?

-No, no, estas canciones las he ido componiendo en este tiempo, en estos nueve años. Yo soy muy lento haciendo canciones. Yo no escribo como ejercicio para estar en forma, o tengo una idea o no hago nada.

-¿Quedan lejos los temas y letras de Clásica y moderna (2008)? ¿Da más juego ahora el mundo para un cantautor?

-Yo definiría cantautor como alguien que escucha las voces de la calle y las devuelve en forma de canción. Si es un verdadero cantautor se nutre de lo que sucede en la calle, del sufrimiento y de las alegrías también, y eso después de asimilarlo lo devuelve en forma de canción. De ahí, a denunciar muy concretamente sobre una huelga o tal, no. La idea que te viene para hacer una canción sobre una injusticia, cuando se ha convertido en canción que cuesta mucho tiempo hacerla, ya ha pasado de moda, ya hay otra cosa. La actualidad es más rápida que nuestra capacidad para convertirla en una canción.

-Entonces ha escogido temáticas atemporales.

-Temas de amor lógicamente, pues es el gran tema de las canciones. Es que una canción es un artefacto de tres minutos y en ese tiempo puedes contar muy pocas cosas. Depende de lo que quieras contar tienes que utilizar un cuento, una novela, una película… la canción es muy limitada pero es un instrumento muy adecuado para hacer canciones de amor. Eso sí es eterno y no cambia nunca. Siempre estamos cantando a lo mismo, hay pocos temas en la música. Es limitada porque apela a los sentimientos, es un formato que no apela a la información. Se pueden hacer canciones como Juana tiene frío, en las que hago un relato casi periodístico de un desahucio.

-El título, El carbón y la rosa, ¿es un homenaje a las mujeres poetisas olvidadas?

-Fundamentalmente quería resaltar el trabajo de estas escritoras que estuvieron un poco anuladas, oscurecidas por la generación del 27 a la que ellas pertenecían (García Lorca, Alberti, etc.), que no tuvieron la difusión de éstos porque las aplastaban con su fama.

-Es un disco variado, pero con un aire, blues, folk que lo unifica, con salidas a la música latina (boleros) de vez en cuando… ¿es algo buscado?

-Nunca lo busco, estas son las melodías que yo he mamado de niño. Si alguien no ha escuchado boleros en su infancia o su juventud, difícilmente compondrá un bolero. Igual con una ranchera, que en mi disco siempre hay una. También están presentes Leonard Cohen y Bob Dylan. Luego hay que resaltar el trabajo fantástico del arreglista. Tiene menos influencia en el estilo de un disco el cantante y compositor que el arreglista y productor. Si el disco tiene este estilo es obra de Richi Martínez, cantante de la Bogus Band.

-¿Qué será lo próximo que sacará Carbonell, más libros, otro disco…?

-Yo no me veo con fuerzas de escribir otro disco, me cuesta muchísimo, sufro mucho, lo paso muy mal… me da la impresión que ya lo he contado todo, todo lo que tengo que contar en esta vida está contado en mis discos. De momento no tengo ninguna gana de escribir canciones y creo que me durará muchos años.

-¿Preparan una gira para este disco por toda la geografía aragonesa como han hecho ya otras veces?

-Nosotros estamos abiertos a todos los pueblos que quieran llevarnos, sí que pensamos hacer conciertos de este disco. Además, ahora los pueblos tienen la misma información que en las ciudades, antes igual venía un cantante que no había ido nunca y era nuevo para ellos, pero ahora los pueblos están a la última con internet.