Cuando Carlos Sánchez Pérez, más conocido como Ceesepe, regresó a Madrid a mediados de los 70, no existía un movimiento contracultural establecido como el que él mismo había contribuido a construir en la ciudad de Barcelona, donde reinaban artistas como Nazario y un nutrido grupo de outsiders entre los que se encontraban Mariscal, los hermanos Farriol, Roger Subirach o Max, agrupados en revistas como El Rrollo enmascarado o en la fundacional Star. Frente al ambiente efervescente e iconoclasta barcelonés, la capital todavía se encontraba aletargada por la sombra del franquismo.

Ceesepe comenzó a vender cómics subversivos en el Rastro, foco de la cultura alternativa y juvenil, y ahí conoció al fotógrafo Alberto García-Alix. De ese encuentro surgiría la Cascorro Factory, que se encargó de aglutinar a otras piezas fundamentales del underground del momento, que se nutrieron de las ideas transgresoras de ese núcleo que poco después daría consistencia intelectual y espiritual a la movida madrileña.

Ahora, más de 40 años después, La Casa Encendida rinde homenaje a la figura fundamental de Ceesepe en una exposición titulada Vicios modernos, en la que se repasa la primera década del artista en relación al desarrollo del cómix, desde su primera colaboración con la revista Star y el nacimiento de su personaje Slober, hasta la creación de un universo propio alejado de cualquier tipo de referencia estética que lo convirtió en un pintor dueño de una poética intransferible. «Queríamos centrarnos en el germen de Ceesepe para entender el nacimiento y las posteriores contradicciones a las que se sometió el underground español», cuenta la comisaria Elsa Fernández-Santos.

La exposición comenzó a gestarse cuando Ceesepe estaba vivo (falleció el pasado mes de septiembre) en colaboración con el Archivo Lafuente, que se interesó por la radiografía cultural de los años 70 y llegó a él como elemento aglutinador clave entre la escena barcelonesa y madrileña. «Todos los caminos conducían a Ceesepe», afirma José María Lafuente. «Nos pusimos en contacto con él y fue tirando de maletas con tesoros escondidos donde guardaba trabajos que no había querido enseñar a nadie, incluso trabajos escolares». Como asegura Elsa Fernández-Santos, Ceesepe era «coleccionista de su propia obra» y por esa razón se han podido recopilar más de 300 trabajos.

CASCORRO FACTORY

Así, encontramos historietas completas como ¿Dónde vamos? (1975), publicada en Carajillo y que adelantaba su desencanto con los héroes de la contracultura, hasta llegar a las emblemáticas obras de la Cascorro Factory, Vicios modernos (1978) y Bestias de lujo (1979). «Entre ambas obras apenas hay un año, pero el contraste es brutal, se aprecia el salto de Ceesepe hacia otra dimensión, la viñeta comienza a quedársele pequeña, necesita ampliar su campo de expresión y aparece el color», continúa Fernández-Santos.

Se vio involucrado en varias polémicas, una de ellas por enfrentar en unas viñetas a Supermarx (Marx) y Supermao (Mao), contra un villano llamado Superfranki (Franco). Alberto Ruiz Gallardón las calificó de «porquería repugnante, pornográfica, blasfema», solicitando la retirada de los quioscos.

También hay espacio para la relación profesional que estableció con Pedro Almodóvar en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, aunque lamentablemente el cartel original de la película se ha perdido. Todo este fantástico trabajo se completa con la publicación de un libro coeditado por Fulgencio Pimentel y Ediciones La Bahía que presenta una recopilación integral y exhaustiva de los cómics del artista.