Llegó, condecoró y hasta los militares le cantaron. De modo que el presidente Aznar vivió ayer una mañana feliz en Alicante. Estrenó su 51 cumpleaños en Villena colocando la primera piedra de un tubo de cemento para llevar agua del Ebro (ver página 8). Llueve a mares. Y allí mismo, los huertanos y regantes le cantan el famoso "cumpleaños feliz" y "que cumplas muchos más". Luego, al coche y a toda pastilla a la base militar de Rabasa. Se hace tarde.

Los 800 militares del Mando de Operaciones Especiales le esperan formados desde las 11.30. Llueve a mares. Aznar y la comitiva llegan a las 12.15. Componen el séquito el presidente valenciano, Francisco Camps, y los ministros Trillo y Zaplana. Ocho coches de alta cilindrada. Aznar, chaquetón azul, impermeable, escucha el himno nacional. Sólo unos acordes. Llueve a mares. Pasa revista a las tropas. Los soldados cantan "la muerte no es el final", lanzan salvas en honor a los caídos, vuelven a cantar. Es su himno lo que cantan: "Orgullo de ser español", el himno del guerrillero. Se nota que saben cantar.

Aznar saluda a los familiares, hace una carantoña a un pacífico bebé con chupete. Entra en el pabellón a condecorar y brindar por los héroes de Perejil. "Prensa, no", dicen los guardias. El 76% de los españoles aprueban la reconquista del islote, asegura el Gobierno. Y Aznar, pletórico, vuelve a escuchar el "feliz cumpleaños" y sopla las velas de la tarta.