Sorpresa en la recta final del proceso y después de que el juez diera por concluida la investigación. El que fuera contable del Instituto Nóos ha confesado. Marco Antonio Tejeiro ha alcanzado un acuerdo con la Fiscalía Anticorrupción, el primero en el marco de la instrucción por presunta malversación de fondos del caso Nóos, por el que reconoce que Iñaki Urdangarin y Diego Torres urdieron un entramado de empresas para repartirse fondos públicos percibidos de forma ilícita y que se utilizaron facturas falsas. En ningún momento, el imputado ahora arrepentido menciona a la infanta Cristina, aunque sí implica a la sociedad Aizoon, que la hermana del Rey comparte al 50% con su marido.

La confesión de Tejeiro ha quedado plasmada en un escrito que el fiscal Pedro Horrach presentó ayer en persona al juez instructor del caso, José Castro, en una reunión que duró unos 20 minutos. El magistrado no descarta pedir una nueva declaración del que fuera contable del Instituto Nóos. «Podría ser», dijo el juez en respuesta a los medios de comunicación al abandonar el edificio del juzgado. Sobre la reunión con el fiscal, que se produce después de la tensión generada por las descalificaciones que vertió Horrach en el recurso contra la imputación de la infanta Cristina, Castro subrayó que había sido «normal» porque ambos son «dos profesionales».

El objetivo de la confesión de Tejeiro, según fuentes jurídicas, es llegar a una conformidad en las penas que se le podrían imponer e intentar salvar a su hermano Miguel. Pero su testimonio ha puesto en aprietos a su cuñado, Diego Torres, que está casado con una de sus hermanas, Ana María, también imputada, y a Urdangarin. La versión de Tejeiro corrobora punto por punto la tesis de la fiscalía sobre la existencia de la trama y empeora gravemente la situación del duque de Palma y de su exsocio. Ya tenían difícil salvarse de sentarse en el banquillo, pero ahora esa misión es casi imposible.

«FINES LUCRATIVOS» / La confesión del contable es completa. Hasta 31 puntos constan en los ocho folios. En el escrito, se explica que el Grupo Nóos estaba formado por una serie de sociedades, entre ellas el Instituto Nóos, una aparente entidad sin ánimo de lucro, pero que «materialmente» funcionaba como una empresa, «en tanto que su margen comercial no revertía en la asociación», sino en las compañías de Torres y Urdangarin. Perseguía, según Tejeiro, «fines lucrativos» y se valió de su aparente falta de lucro «para conseguir convenios con las administraciones públicas».

La confesión subraya que el entramado de Nóos operaba bajo la «dirección unitaria» de Torres y Urdangarin, «quienes lideraban el grupo en su condición de jefes», teniendo su «absoluto control y poder de decisión en el mismo». Los dos socios se hacían cargo, por ejemplo, de la falsa contratación de empleados con la finalidad de conseguir beneficios fiscales. Esta práctica se realizó en todas las firmas del grupo, incluida Aizoon, la patrimonial de los duques de Palma. El dinero que supuestamente se pagaba a esos empleados «simulados» se los repartían Urdangarin y su exsocio.

El escrito también alude a que la actividad principal de Nóos fue la organización de los foros Valencia Summit e Illes Balears Fòrum. En total percibieron 5,9 millones de euros en subvenciones públicas, aunque su verdadero coste fue de 1,6 millones, según datos de la Agencia Tributaria. «El coste real de la organización de los eventos fue notablemente inferior al importe recibido de los organismos públicos para su acometimiento», admite Tejeiro.

Los fondos públicos sobrantes se los repartieron, señala el contable, Torres y Urdangarin, mediante el giro de facturas falsas contra el Instituto Nóos. Para ello, utilizaron empresas de su propiedad, como Aizoon, que carecían de personal. «Las facturas conducentes a tal fin no correspondían a servicios realmente prestados», insiste. El imputado arrepentido explica que «la estructura formal y material» de Nóos la idearon Torres y Urdangarin y que el duque continuó vinculado al entramado hasta enero del 2008, aunque oficialmente se retiró en el 2006. Después, los dos intentaron continuar su negocio con la Fundación Deporte, Cultura e Integración.

El cuñado de Torres también detalla la creación de una trama empresarial en el extranjero, en el paraíso fiscal de Belice, Londres y Luxemburgo, aunque puntualiza que desconoce si Urdangarin la utilizó. Su finalidad era desviar fondos, ocultando sus beneficiarios, para pagar menos impuestos en España.