El futuro de los rebeldes en el PP de Galicia, que amenazaron con una escisión si no recuperaban poder en esa comunidad, parece cada vez más oscuro, aunque los mensajes desde la cúpula del partido pretenden vender una imagen de tranquilidad en el marco del 15º congreso.

Ayer, el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, aseguraba: "Entre todos conseguiremos arreglar las cosas". Una opinión que comparte el presidente de la Diputación de Lugo y afín al sector díscolo, Francisco Cacharro Pardo, para el que todo se resolverá "bien" y sin necesidad de formar un nuevo partido. Y aunque los nuevos nombramientos en la ejecutiva sugieren que se ha guardado cierto equilibrio entre el entorno de Mariano Rajoy y el sector descontento en Galicia, la dirección del partido está muy dolida con los rebeldes orensanos.

Desde Génova apuntan a que no habrá concesiones a los críticos, que el poder de José Luis Baltar seguirá limitado y que José Cuiña, que ya ha perdido su puesto en la ejecutiva nacional, no irá en las listas electorales.