Sí, en política existe siempre el recurso de aplicar aquello de que la mejor defensa es un buen ataque. El problema es que si este ataque no es consensuado en las filas propias, el tiro puede salir por la culata y generar más desconcierto que la claridad y contundencia que se perseguía. Es decir, que el ultimátum que lanzó el presidente de la Generalitat, Quim Torra, al Gobierno de Pedro Sánchez al que amenaza con retirarle el apoyo en el Congreso si no hay una propuesta sobre el referéndum de autodeterminación, no sólo no generó desconcierto alguno en el Gobierno del PSOE sino que dejó perplejo al soberanismo, a sectores del PDECat y a ERC. Y está por ver si sirve para calmar a los independentistas más radicales, aquellos a los que el lunes parecía dirigirse Torra para hacerse perdonar las críticas de inacción e inconccreción respecto a la implementación de la república.

«Si no hay una propuesta para ejercer la autodeterminación de forma pactada, vinculante y reconocida internacionalmente antes de noviembre, el independentismo no podrá garantizar ninguna estabildiad en el Congreso al señor Sánchez», solemnizó Torra tratando así de desviar el foco de la violencia independentista, las cargas de los Mossos o los desafíos sociales. El ultimátum a Sánchez cogió a los diputados del PDECat en Madrid por sorpresa. Fuentes consultadas al respecto no escondieron su malestar por haberse enterado de esta estrategia escuchando el discurso de Torra, sin previo aviso. La decisión no fue ni consultada ni comunicada a los diputados, que recuerdan además que Torra no es militante del PDECat.

Estas voces críticas consideran que Torra «tiene la impunidad que le da Waterloo», en relación al expresidente Carles Puigdemont. Y advierten de que unas elecciones españolas anticipadas podrían ser muy negativas para el PDECat. «Habíamos tenido ocasión de comentarlo en general, pero no al detalle de cómo ha sido expuesto» señaló el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià ante la prensa, en referencia al ultimátum. Dicho en román paladino, los socios de Govern (JXCat y ERC) pactaron que Torra ejerciera una presión a Sánchez asomando el espantajo de la pérdida de apoyo en el Congreso. Algo como que el independentismo no se vería en disponibilidad de garantizar la estabilidad si no se iniciaba un diálogo político de fondo con Cataluña. «Ni noviembre, ni caída del Gobierno, ni tan solo autodeterminación».

LA RETÓRICA / Así las cosas, se hace imposible pensar que Oriol Junqueras, que es el que decide, supiera siquiera que había la intención de lanzar un ultimátum en esos términos. Templó gaitas ante la prensa el presidente del grupo republicano y dijo que, en cualquier caso, la decisión de lo que se hiciera en el Congreso estaría en manos del grupo parlamentario que preside Joan Tardà. Es decir, ganar tiempo y ya se verá.

La amenaza a Sánchez eclipsó el resto del discurso de Torra, que recuperó el tono más contundente -retórico-, para reivindicar la puesta en práctica del referéndum del 1-O y la proclamación de la independencia «sin miedo». Pero una vez más, tras las palabras hubo inconcreción, más allá de afirmar que se actuará «adecuando a la legalidad la voluntad mayoritaria de los ciudadanos».

Tampoco hubo concreción, más allá de las amenazas, sobre la respuesta que dará a las eventuales sentencias condenatorias a los procesados por el 1-O. «Será un punto de inflexión y no retorno de esta legislatura», vaticinó. Y añadió que la condena legitimará «la aplicación del derecho de autodeterminación».

La autocrítica / Torra inició su intervención con cierta autocrítica y anunció una comparecencia del conseller de Interior, Miquel Buch, sobre la polémica actuación de los Mossos d’Esquadra el sábado y el lunes pasado a las puertas del Parlament. Pero el president se limitó a afirmar que los hechos del lunes fueron «aislados», y «no son nada representativos» del movimiento independentista. «Confío en que no se vuelvan a repetir», zanjó.

El president reclamó al soberanismo unidad y que deje de «mirarse de reojo». «Una parte de la población no comprende nuestra acción política, es responsabilidad nuestra y mía, hemos de hablar más claro y que todos puedan compartir el camino trazado», asumió, y en este punto reclamó «volver al trabajo unitario y que se acabe el mirarse de reojo constante». Y en la agenda social, Torra anunció que negocia con el Gobierno del PSOE la recuperación de leyes sociales como la de los impuestos a pisos vacíos, cambio climático o impuestos a activos no productivos de personas jurídicas. Negocia con el mismo Gobierno al que amenaza con hacer caer en un mes.