Búsqueda de la unidad, de un "nuevo clima político" que destierre los "viejos clichés", los antiguos hábitos y alianzas, y garantía de estabilidad de la legislatura y del Gobierno. Un Ejecutivo de coalición pensado para sobrevivir cuatro años y que aspira a que España salga de la crisis del coronavirus con más fuerza, que encarrile la senda de la recuperación lo más pronto posible y que, gracias a las ayudas europeas, contribuya a elevar el PIB por encima del 2% a largo plazo.

En síntesis, ese fue el mensaje que Pedro Sánchez trasladó este lunes, último día de agosto, en la conferencia 'España puede. Recuperación, transformación, resiliencia' en la Casa de América de Madrid, ante su Gobierno —solo faltaron los titulares de Cultura y Universidades— y la plana mayor de empresarios y sindicatos y un ramillete de intelectuales, artistas, 'influencers' y directores de medios de comunicación. Un centenar largo de personalidades convocado para el acto inaugural del curso político.

Por eso mismo, la Moncloa había cuidado al máximo la escenografía del acto, y también el discurso. Pero finalmente el jefe del Ejecutivo optó por una alocución pretendidamente motivadora aunque sin anuncios de medidas. La reflexión sobre la que pivotaban sus palabras es que "si España quiere, España puede", como ha demostrado en momentos más dramáticos de su historia, pero para eso muchos tienen que ayudar, y no solo el Gobierno. "Tenemos que querer muchos, y cuantos más mejor". El propósito es "ver a nuestro país erguido marchando hacia el futuro" y España tiene "todo para salir adelante", tiene mimbres suficientes, pero ha de creérselo y caminar con unidad, insistió.

Sánchez apuntó que entre las previsiones y planes de su Gabinete no figuraba "la calamidad" del covid, pero su Gobierno "lo tiene claro". Elige "unidad", y no "división" ni "confrontación", elige "unidad, unidad y unidad", reiteró hasta la saciedad. "España debe entenderse con España", como Europa lo hizo consigo misma cuando acordó, en julio, un nuevo 'plan Marshall', el paquete de 750.000 millones de euros, entre transferencias y créditos, de los cuales 140.000 llegarán a España.

El líder socialista hizo mucho hincapié en que ya nada es como antes, porque la pandemia ha cambiado los cánones. Debe acelerar las transformaciones pendientes —la revolución digital, la transición ecológica, la cohesión social y territorial, la agenda feminista— y debe cambiar incluso las formas de hacer política. "Nada puede volver a ser como antes de que el fatídico virus irrumpiera", y "lo saben" las familias, los alumnos, los profesores, los sanitarios, los empresarios grandes y pequeños, los jóvenes y mayores, "¿cómo no vamos a darnos por enterados los partidos?". Es inviable, dijo, seguir con las "antiguas costumbres" y los "viejos clichés". Deslizaba así un mensaje claro a la oposición. Al PP, por descontado, para que no se quede al margen del entendimiento, pero también, indirectamente, a sus socios de Unidas Podemos, para que aparque su veto hacia otras fuerzas, singularmente Ciudadanos, a quien no quiere ver de socio presupuestario pero a la que Sánchez necesita.

Porque "el desafío es tremendo, apabullante", "tan ingente que ha de convocar a todos", "el mayor reto en un siglo", tan imperioso que hace inviable que se pueda superar con una España "dando la espalda a la otra media", sostuvo. Sánchez, retóricamente, hasta dijo sorprenderse de que se hable de comunidades autónomas del PSOE y del PP —como si su partido no lo hiciera—, porque en esta crisis se ha comprobado que "no hay virus de derechas ni de izquierdas", ya que amenaza a "todos" los ciudadanos por igual. Ese extremo le sirvió para proclamar que "la coalición" gubernamental —otro aviso a Podemos— actuará "pensando en todos los españoles". Así que la primera condición es "avanzar en la unidad frente a la pandemia", lo que exige "desterrar la pelea partidista en la lucha contra el virus".