José Luis Rodríguez Zapatero consiguió ayer en el Senado comenzar a avanzar en la reforma constitucional, al lograr que el PP se avenga a debatir los cambios "tasados" que propone el Ejecutivo para la Carta Magna. "Estamos dispuestos a que nos convenza", dijo el portavoz popular en la Cámara alta, Pío García Escudero.

La transformación del Senado en una verdadera Cámara territorial que permita dar cobijo a la "diversidad de España" es el cambio constitucional más importante para el "desarrollo del Estado autonómico" que promete el Gobierno, y que se completa con las nuevas reformas de los estatutos de autonomía y del sistema de financiación.

"UN ORDEN LOGICO" El presidente agradeció en su réplica "la disposición del PP a dejarse convencer" de la necesidad de acometer las reformas. Y lo hizo aceptando incluso "negociar los tiempos" para que no se excluyan de la reforma. Los populares sostienen que "el ritmo" de las reformas debe seguir "un orden lógico", que a su juicio debe empezar por la Constitución para acometer después los cambios en los estatutos y en la financiación autonómica.

RETRASAR LA DISCUSION El presidente no se avino a establecer ese ritmo, consciente de que esconde un intento de retrasar el debate estatutario hasta la próxima legislatura. La aprobación de la reforma constitucional que quiere acometer el Gobierno implica la disolución de las Cortes y la convocatoria de un referendo, lo que obliga a dejarlo para el final de la legislatura. Zapatero confirmó que "todas las reformas se discutirán en esta legislatura".

A pesar de la distancia que aún separa al Gobierno de la oposición, Zapatero elogió la "disposición" expresada de García Escudero a "no rechazar" el diálogo sobre las reformas.

Por eso anunció que ya ha convocado al líder del PP, Mariano Rajoy, a la Moncloa para iniciar el debate que conduzca al "acuerdo mínimo que es necesario" con el principal partido de la oposición para acometer "cualquier reforma constitucional". "Sólo falta que su líder fije la fecha que le parezca más conveniente", dijo Zapatero, que acordó con Rajoy el pasado 2 de mayo que éste elegiría si prefería esperar a que pasaran las elecciones europeas para acudir a la Moncloa. Fuentes del PP transmitieron tras el debate que Rajoy no se daba por convocado oficialmente, aunque confirmaron que el presidente le había telefoneado.

DENTRO DE LA CARTA MAGNA Todos los portavoces, a excepción del PP, acogieron con satisfacción las propuestas reformistas del Gobierno, aunque algunos pidieron más concreción. El representante de CiU, Pere Macias, quiso saber si el Gobierno aceptaría un Estatuto catalán que supere la Constitución. Zapatero confirmó que las reformas están "limitadas" por el "respeto a las disposiciones constitucionales", pero añadió que "hay un camino de descentralización por recorrer".

"Se abre una nueva etapa para el Senado", proclamó el presidente, tras resucitar con su comparecencia en la Cámara alta una práctica abandonada por los jefes del Ejecutivo desde hace 18 años: la de presentar su Gobierno ante los senadores al inicio de la legislatura. Zapatero prometió que "esta vez la reforma del Senado va en serio". Y anunció que, entre tanto, mimará a la Cámara alta. Celebrará debates anuales sobre el Estado de las autonomías --José María Aznar nunca repitió el único que protagonizó en 1997-- y se someterá a las preguntas de la sesión de control del Senado, algo que nunca hizo su antecesor.

Todos los portavoces agradecieron el gesto de Zapatero, en tanto que avanza su voluntad de revitalizar el Senado. El debate fue en general de guante blanco, aunque los senadores del PP abuchearon algunas de las propuestas del presidente.