La campaña electoral brasileña le abrió una puerta al espanto. El excapitán del Ejército y candidato por el ultraderechista Partido Social Liberal (PSL), Jair Bolsonaro, fue apuñalado durante un mitin en Juiz de Fora, una ciudad del estado de Minas Geraes. La herida, se informó, no reviste la gravedad. «Gracias a Dios fue solo superficial y él está bien. No se afectó ningún órgano», dijo su hijo, Flavio Bolsonaro, a través de las redes sociales. «La Providencia», deslizó el hijo, había protegido al hombre que se juró salvar a Brasil de todas las plagas posibles. Imágenes tomadas con un teléfono capturaron el momento en el que el excapitán se retuerce de dolor en medio de simpatizantes. El agresor fue apresado por las fuerzas de seguridad.

Homofóbico, defensor de la tortura y de la última dictadura militar (1964-85), enemigo declarado de los campesinos sin tierra, el diputado del PSL se encuentra primero en intención de voto, según una reciente encuesta de Ibope. Bolsonaro llegaría al 22% de los sufragios el 7 de octubre próximo. Sin embargo, sería derrotado en un segundo turno por todos los competidores.

El 44% de los ciudadanos lo rechazan visceralmente y esa aversión lo coloca en desventaja en una segunda vuelta ante Ciro Gomes, representante de la centro izquierda, y la ecologista Marina Silva, dos antiguos aliados de Luiz Inácio Lula da Silva. También perdería ante el conservador Gerarlo Alckmin y se encuentra en un empate técnico con Fernando Haddad, el exalcalde paulista que el Partido de los Trabajadores (PT) designó como sustituto de Lula. Todos los competidores repudiaron el atentado y exigieron a las autoridades que lo esclarezcan de inmediato. «En este momento difícil que atraviesa nuestro país, es preciso velar con rigor por la defensa de la vida humana y por la defensa de la vida democrática e institucional», dijo Silva, quien sabe muy bien lo que es la violencia política. Fue compañera de lucha del legendario líder ecologista Chico Mendes, asesinado en 1988.

CONTRA TODA ACCIÓN DE ODIO / Guilherme Castro Boulos, el abanderado del partido Socialismo y Libertad (PSOL), una escisión del PT, en los antípodas de Bolsonaro, también fue enfático: «La violencia no se justifica, no puede tomar el lugar del debate político. Repudiamos toda acción de odio». Las elecciones presidenciales ya están marcadas por la controversia. Lula quedó fuera de la carrera por una condena a 12 años por tráfico de favores.