Dos semanas después de que el presidente de Estados Unidos,Donald Trump, llamara a 50 países árabes y musulmanes a combatir "el extremismo islámico" en la capital saudí, la guerra entre los países del Golfo ha estallado supuestamente por esta cuestión.

Países del Golfo encabezados por Arabia Saudí, junto a Estados árabes del norte de África, han acusado hoy lunes a Catar de “apoyar el terrorismo”, “interferir en asuntos internos” ajenos y “desestabilizar Oriente Medio” y han roto sus relaciones diplomáticas con el pequeño país.

Riad ha instigado la ofensiva anti-catarí junto a Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto -a quien paga una parte de sus facturas-, su satélite Bahréin, el gobierno yemení de Abdrabbo Mansur Hadi (que vive en Arabia Saudí) y el del este de Libia (apadrinado por EAU). A ellos se ha sumado Maldivas.

Aseguran que Catar “ha apoyado a organizaciones terroristas (…) como los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico y Al Qaeda". Dicen que respalda a Irán y a los grupos que alenta en la provincia saudí de Qatif, de mayoría chií, y en Baréin. Teherán también impulsa a los rebeldes hutís del Yemen, contra los que lucha una alianza árabe liderada por Riad en la que participaba Catar hasta que hoy ha sido expulsado.

Además, culpan a la monarquía catarí de no cumplir con los acuerdos entre los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo(CCG), compuesto por EAU Kuwait, Catar, Omán, Baréin y Arabia Saudí.

Catar ha negado estas “calumnias injustificadas” cuyo objetivo es “poner al estado bajo tutela”. El país, dirigido por el emir Tamim ben Hamad al Zani “no interfiere en asuntos ajenos” y “lucha contra el terrorismo y el extremismo”, ha afirmado Doha.

La ruptura de relaciones diplomáticas y la retirada de embajadores de Catar, va acompañada del cierre de fronteras terrestres y marítimas. Arabia Saudí es el único país que linda por tierra con Catar y la medida afectará a las importaciones catarís de alimentos.

Las compañías aéreas de los Estados aliados contra Doha -entre ellas Etihad Airways, de EAU, y Gulf Air, de Baréin- han suspendido todos sus vuelos a Catar, cuya compañía, Qatar Airways, ha tenido que cambiar numerosas rutas. La bolsa de Catar ha caído un 7,58%a su apertura.

Esta crisis es la más grave que se produce entre Catar y sus vecinos, pero no la primera. En 2014, EAU, Arabia Saudí y Baréin retiraron a sus embajadores de Doha durante ocho meses en protesta por las críticas de la cadena de televisión catarí Al Jazeera al presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, que lideró el golpe de Estado que depuso al islamista de los Hermanos Musulmanes Mohamed Mursi, apoyado por Catar.

DECLARACIONES POLÉMICAS

La tensión entre los países del Golfo ha crecido en los últimos días a raíz de las declaraciones atribuidas por la agencia de prensa catarí, QNA, a Al Zani en las que calificó a Irán de “potencia islámica regional a la que no se puede ignorar” y definió como “movimientos de resistencia legítimos” al grupo palestino islámico Hamás y al libanés chií Hizbulá, que en Siria lucha junto a Irán y el régimen sirio.

Riad y EAU consideran a Hizbulá, los Hermanos Musulmanes y Hamás (rama de estos) como “organizaciones terroristas”. Catar acogía a diversos líderes del grupo palestino que hoy han salido del país.

Doha desmintió las presuntas declaraciones de Al Zani y aseguró que eran fruto de un ataque cibernético contra la QNA. Pero los medios saudís y emiratís lanzaron una campaña anti-Doha en la que tildaron a Al Zani de “traidor” y “agente de Irán”.

Este país de mayoría chií es el gran rival de Arabia Saudí -suní wahabí- en Oriente Medio y, junto al grupo yihadista Estado Islámico (EI), se ha convertido en el nuevo “eje del mal”, según afirmó Trump en Riad.

YACIMIENTO DE GAS

Catar, también suní, se ha aproximado a Irán porque desde 2010 comparten la explotación en sus aguas del enorme yacimiento de gas de South Pars. “El dinero del gas ha dado a Catar la posibilidad de competir con Arabia Saudí desafiándola al colaborar con su enemigo, Irán”, señala el periodista Javier Martín, autor del libro “La Casa de Saud” sobre el reino saudí.

“Cuando empezaron las primaveras árabes, Catar siguió la línea de quitar poder a Riad y apoyó financieramente a los Hermanos Musulmanes en Egipto y a movimientos similares en Libia y Siria. No podemos decir que Catar no financie el terrorismo, apoya a grupos radicales, como los saudís. Pero las implicaciones de Riad con el yihadismo son cada vez más evidentes y trata de poner el foco sobre Catar y quitarlo de si mismo”, opina Martín.

El analista Firas Ali cree que “la presión sobre Catar está en línea con los intentos de EEUU de confrontar al islam político. Se usará a Catar como ejemplo para disuadir a otros actores regionales -libaneses o palestinos- de apoyar al islam político chií o suní”.