La lucha por el voto de los británicos pasa por el quirófano. El primer ministro, Tony Blair, presentó ayer una ambiciosa reforma de la sanidad pública como parte de la ofensiva para recuperar el favor de los votantes británicos y hacer olvidar el desastre de Irak.

En el plan, diseñado para los próximos cinco años, el Gobierno laborista ofrece a los pacientes la posibilidad de elegir dónde recibir tratamiento, ya sea en un hospital público o un centro privado, siempre que los precios de estos últimos se ajusten a los de la seguridad social. También promete paliar la saturación actual --uno de los problemas que más preocupa a los británicos-- reduciendo las listas de espera para intervenciones quirúrgicas a un máximo de cuatro meses y medio para el año 2008.

En 1997, tras muchos años de poder conservador, la espera era de 18 meses, cifra que actualmente se ha reducido a la mitad, según el ministro de Sanidad John Reid, que añadió que el 2005 no superará los 6 meses. Reid ofrece, además, tratamientos mejor coordinados para los afectados por enfermedades crónicas como el asma, la artritis o la diabetes. En cuanto a las dolencias letales, el Gobierno propone potenciar la medicina preventiva para reducir un 40% las enfermedades coronarias y los ataques cerebrales en menores de 75 años, y un 20% la muerte por cáncer y los suicidios.

´TORIES´ Esta semana también han presentado su plan sanitario los conservadores, que acusan a los laboristas de imponerse muchos objetivos. Michael Howard, líder de los tories , propone a los enfermos que deseen recurrir a la sanidad privada financiar con el dinero de los contribuyentes el 50% de lo que costaría el tratamiento en un centro público.