Largo en retórica y corto en novedades y soluciones. Este fue el veredicto emitido ayer por la oposición demócrata, algún republicano y los principales diarios del país sobre el discurso pronunciado en la madrugada de ayer por el presidente de EEUU, George Bush, que no convenció. Con esta alocución, el presidente inició una ofensiva para evitar perder las presidenciales de noviembre.

El mandatario enumeró los "cinco pasos específicos" de su receta para salir del caos iraquí y, de paso, intentar recuperar el respaldo de los ciudadanos, pulverizado por su gestión en Irak.

"Hay un malestar creciente en el Congreso sobre si tenemos un plan para lograr el éxito en Irak", reconoció la senadora republicana Susan Collins, al constatar las dudas existentes sobre la marcha de la posguerra iraquí, incluso "entre los más leales partidarios" del presidente de Estados Unidos. Más duro sonó el senador demócrata Joseph Biden, que resaltó que el presidente Bush no clarificó en su discurso "quién va a mandar más tropas, o a pagar más dinero" para el agujero negro en que se está convirtiendo Irak.

"PRINCIPIOS GENERALES" Para el candidato demócrata a la Casa Blanca, John Kerry, el presidente "se limitó a enumerar principios generales" que ya había dicho. Kerry le conminó a pedir ayuda a sus "aliados para que EEUU no tenga que hacerlo todo solo y se cree la estabilidad necesaria para que los iraquís avancen".

El discurso de Bush habría sido apropiado hace un año, pero no ahora, "tras casi 14 meses de fallos políticos no reconocidos por el presidente", opinó en su editorial The New York Times , mientras que The Washington Post coincidió en que "no está claro que su retórica o los pasos que está planeando sean lo suficientemente vigorosos para hacer que cambie la situación en Irak".

Tras advertir que "quedan días difíciles y el camino puede a veces parecer caótico", el presidente ofreció ante la Academia Militar de Carlisle (Pensilvania) los cinco puntos de su plan para instaurar la democracia en Irak, empezando por transferir la soberanía al nuevo Gobierno provisional el 30 de junio. Además, tratará de establecer condiciones de seguridad, de reconstruir su infraestructura y de recabar más apoyo internacional, para culminar en la celebración de elecciones el próximo enero "a más tardar".

INTERROGANTES Ninguno de estos pasos es nuevo, comentaron a coro los críticos del presidente. Además, le echaron en cara que dejara sin contestar los principales interrogantes que penden sobre la crisis iraquí y han situado en un 61% el rechazo a su gestión en Irak, según el último sondeo de la CBS. Bush no anunció cuándo sacará a las tropas de ese país ni dibujó ningún cambio de estrategia, como habían reclamado, incluso, algunos miembros de su partido. De hecho, la única novedad fue su propuesta de derribar la siniestra cárcel de Abú Graib, donde las tropas de EEUU torturaron a presos iraquís, por ser "un símbolo de la desgraciada conducta de unos cuantos soldados", y algo que ahora hace peligrar su reelección.

"Envié a estadounidenses a liberar a los iraquís, no a convertirlos en norteamericanos", aseguró el presidente Bush. El mandatario calificó de "esencial" la transferencia de poderes al nuevo Gobierno interino que seleccionará el enviado especial de las Naciones Unidas a Irak, Lajdar Brahimi, cuyos esfuerzos dijo respaldar "completamente".