Es el último gran acuerdo de desarme nuclear, heredero de la era de la distensión protagonizada a finales de los años 80 y principios de los 90 por los presidentes Ronald Reagan, George Bush y Mijaíl Gorbachov. Expira en febrero del próximo año, y su renovación pende de un hilo, debido a las diferencias de calado existentes entre las dos principales potencias nucleares. Delegaciones de EEUU y Rusia han iniciado este lunes en Viena, en una atmósfera de pesimismo, las conversaciones para impedir el colapso del Tratado Nuevo START, que limita a 1.500 el número de ojivas nucleares desplegadas.

Los representantes de ambos países que han ido llegando al palacete austríaco situado junto a la sede del Ministerio de Exteriores han preferido no hacer declaraciones sobre las negociaciones en curso, que se celebrarán a puerta cerrada y se prolongarán durante dos días. "Veremos", se ha limitado a asegurar el mariscal Billingslea, enviado del presidente norteamericano para temas de desarme y jefe de la representación de su país. Unas palabras idénticas a las pronunciadas por su homólogo, Andréi Ryabkov, viceministro ruso de Asuntos Exteriores. "Esperemos; nosotros siempre tenemos esperanza".

Las previsiones pintan bastos

Las previsiones pintan bastos, después de que en agosto del pasado año, se derrumbara definitivamente el Tratado INF para limitación de las armas nucleares de medio alcance, capaces de transportar ojivas nucleares a una distancia de entre 500 y 5.500 kilómetros, extendiendo la inquietud por el continente europeo. Trump, quien según la prensa, desconocía la existencia misma del tratado Nuevo Start al mantener su primera conversación telefónica con Vladímir Putin, quiere incluir a China en las conversaciones, a lo que Pekín se ha negado en rotundo aludiendo al pequeño tamaño de su arsenal en comparación con los de EEUU y Rusia, diez veces mayor, según los expertos.

Además, Washington prefiere no renovar el actual tratado e iniciar conversaciones para un nuevo acuerdo que incluya armas nucleares estrategicas (de largo alcance) y balísticas (de medio alcance), algo que Moscú no está dispuesto a asumir mientras la parte norteamericana no acepte hablar de sistemas de defensa antimisiles, los populares escudos que tanta inquietud suscitan en Moscú.

Si en los próximos meses ambos países no encuentran una solución de compromiso, ambos estados tendrán las manos libres para entregarse a una carrera de armamentos similar a la que tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XX. Además de reducir a 1.500 el número de ojivas desplegadas, el Nuevo Start establece límites en la cantidad de lanzaderas, misiles y bombardeos desplegados a entre 700 y 800. La nueva carrera de armamentos podría haber comenzado ya incluso. Tras el final del acuerdo INF, EEUU ya ha fabricado este tipo de proyectiles e incluso ha llevado a cabo la primera prueba en esta categoría de armas desde la Guerra Fría del siglo XX.