Jarro de agua fría para los esfuerzos mediadores del Kremlin en la guerra de Libia. El mariscal Khalifa Haftar, líder de la oposición armada que controla todo el este del país, ha abandonado este martes por la mañana Moscú sin estampar su firma en el acuerdo para apuntalar el alto el fuego vigente desde el fin de semana pasado.

Ya en la tarde del lunes, el líder opositor libio, apoyado por Rusia pero también por los gobiernos de Emiratos Árabes Unidos y Egipto, se había mostrado reticente a aceptar el pacto, que convertía en "permanente" la actual tregua, abogaba por la "normalización" de la vida diaria en ciudades como Trípoli, sometida al asedio de las tropas de Haftar desde hace nueve meses y exigía que el reparto de la ayuda humanitaria con "garantías de seguridad". Así las cosas, penden dudas sobre la celebración de la conferencia internacional sobre Libia, prevista en principio para el domingo próximo en Berlín.

LÍMITES DE LA DIPLOMACIA RUSA

Al igual que sucedió durante algunas de las reuniones organizadas por el Kremlin en Sochi con los bandos en liza en la guerra de Siria, Moscú ha constatado los límites de su diplomacia en Oriente Próximo, que aspira a relevar a la de EEUU como principal árbitro en la región. Pese a los desmentidos rusos, Haftar ha recibido de Moscú apoyo tanto en armas como en hombres, a través de la milicia de mercenarios Wagner, pero ello no ha sido palanca suficiente para que firmara el pacto. A diferencia del presidente sirio, Bashar el Asad, el mariscal libio ha sabido diversificar su cartera de aliados.

En cambio, Fayez al Sarraj, presidente del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) reconocido internacionalmente y respaldado por Italia, antigua potencia colonial, Turquía y Catar, sí ha formado el pacto, un gesto que impulsa su figura a la hora de negociar el reparto del poder en el estado norteafricano con su rival.

La UE observa con preocupación los acontecimientos en Libia, principal escala en las rutas de la inmigración subsahariana hacia Europa. Si el alto el fuego se llega a consolidar, Bruselas, temerosa de la influencia del Kremlin en Libia, impulsará el papel de la ONU en el proceso de reconciliación.