Los que propugnan la libertad de movimiento para los capitales y una economía mundializada se oponen a que los seres humanos gocen de esas mismas ventajas e imponen controles draconianos a quienes buscan trabajo lejos de su país. Bush impulsa una electoralista ley para granjearse el voto hispano, tener un censo preciso de los inmigrantes --por si hay que repatriarlos-- y disponer de un superávit de mano de obra barata. Y eso pese a la supuesta amenaza terrorista que tanto les inquieta.

*Periodista.