En la India ha sucedido un auténtico seísmo político que ni la prensa ni los sondeos vaticinaron. Contra todo pronóstico, el Partido del Congreso, principal fuerza de la oposición, ganó las elecciones legislativas. Considerado favorito hasta el último minuto, el primer ministro, Atal Behari Vajpayee, dimitió anoche.

Dirigido por Sonia Gandhi, heredera de la dinastía que reinó en la India durante cuatro décadas, el Congreso debería anunciar la formación de un nuevo Gobierno hoy o mañana, probablemente con el apoyo de los partidos comunistas, que registraron el mejor resultado de la historia.

Aunque le falte la luz verde del presidente, su regreso al poder era ayer un hecho, ya que ningún partido podía agrupar una coalición suficiente para lograr la mayoría en el Parlamento. Anoche, Sonia Gandhi reaccionó a la victoria de su partido prometiendo un "Gobierno fuerte, estable y laico". En cambio, rechazó anunciar si será primera ministra.

En el poder desde hace cinco años, la coalición dirigida por el Partido Bharataiya Janata (BJP, derecha nacionalista) de Vajpayee se encuentra todavía conmocionada por el alcance de su derrota. A la Alianza Democrática Nacional (ADN) se la daba por vencedora en todos los sondeos. Vajpayee convocó estas elecciones con cinco meses de adelanto, para beneficiarse de la buena coyuntura económica del momento.