Israel no sólo considera una acción de la que sentirse orgulloso el asesinato el pasado lunes del líder espiritual de Hamas, el jeque Ahmed Yasín, sino que amenaza con aumentar su lista de objetivos. El jefe del Estado Mayor israelí, Moshé Yaalon, advirtió ayer de que el presidente palestino, Yasir Arafat, y el líder de Hizbulá, el jeque Hasan Nasrala, pueden ser los siguientes blancos, al tiempo que fuentes de las fuerzas de seguridad aseguraban que los ataques contra los líderes de Hamas continuarán.

Al caer la noche, las amenazas israelís tomaron cuerpo. Un palestino resultó muerto y otro herido en un ataque de helicópteros de combate sobre el sur del Líbano. Paralelamente, la Armada israelí bombardeó desde el mar la ciudad de Gaza, y mató a otro palestino.

Mientras fuentes militares israelís glosaron ayer en los medios la dificultad y el mérito de la operación militar contra el tetrapléjico "Bin Laden palestino", Yaalon dio una conferencia en Tel-Aviv en la que afirmó que tanto Arafat como Nasrala son conscientes de que "su hora se está acercando". Yaalon argumentó que, a pesar de que la muerte de Yasín puede aumentar a corto plazo los "ataques terroristas", a largo plazo "el asesinato calmará la situación en la franja de Gaza y evitará la fundación de un país de Hamas en la zona".

GARANTIZAR LA SEGURIDAD Para seguir trabajando de esta forma por la paz, el ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, afirmó ayer que Israel "continuará con los ataques contra Hamas y el resto de grupos terroristas para garantizar la seguridad de los israelís". Fuentes gubernamentales informaron de que el pasado lunes se decidió en una reunión asesinar a toda la cúpula de Hamas.

"Hemos pasado a la ofensiva en esta guerra, cualquiera que esté implicado en actos de terror en la franja de Gaza o Cisjordania o cualquier otro lado sabe desde ayer que no hay inmunidad", reafirmó el mensaje Tsahi Hanegbi, ministro de Seguridad Interior. Los líderes de Hamas Abdelaziz Rantisi y Mahmud al Zahar encabezan esta segunda lista.

CORAZON EN UN PUÑO Mientras sus líderes políticos y militares hablan de guerra abierta, la población israelí vive desde el lunes con el corazón en un puño a causa de las amenazas de Hamas de vengar la muerte de Yasín. El Gobierno del derechista Ariel Sharon activó la máxima alerta tanto en el interior de Israel como en sus embajadas en el extranjero. Los territorios ocupados permanecieron ayer cerrados por segundo día consecutivo para los palestinos y los controles de seguridad se han multiplicado. Por las calles de Jerusalén Oeste se veía poca gente, mientras que en Jerusalén Este la población cumplía su segundo día de duelo cerrando los comercios.

Quienes sí se manifestaron fueron varios miles de árabes israelís en Nazaret, al grito de "venganza, venganza". El Likud, el partido que lidera Sharon, intentó que el fiscal general israelí prohibiera la manifestación, mientras que el ministro Dan Naveh la criticó porque consideró que "aumenta el abismo entre judíos y árabes".