El Ejército israelí impuso ayer un bloqueo total a la franja de Gaza, después de haber cerrado horas antes el control fronterizo de Erez, tras el atentado suicida de la primera madre bomba , que causó cuatro muertos y nueve heridos el miércoles. El bloqueo provocó un cisma entre el ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, y el director del Shin Bet (servicios secretos), Avi Dichter.

Este último apeló a la necesidad de cerrar de forma indefinida el puesto fronterizo, algo que en la práctica significa la pérdida de empleo para miles de palestinos, cuyos ingresos son vitales para la población de la franja. Por el contrario, Mofaz abogó por un cierre temporal, que si no se prorroga el sábado, día en que el Ejército revisará la situación de la zona, no dañará la economía de los 15.000 palestinos que cruzan a diario Erez para trabajar.

Ayer se supo que la madre bomba fingió con brillantez su papel de tullida, una cojera, e incluso se echó al suelo implorando que le permitieran pasar.