De no producirse una improbable sorpresa, el conservador Jean-Claude Juncker será ratificado el martes por el Parlamento Europeo como presidente de la Comisión Europea (CE). Tras ser propuesto por los jefes de Estado y de Gobierno como candidato de la lista más votada en las elecciones del pasado 25 de mayo, el luxemburgués debe pasar el exámen del Parlamento para confirmarle como presidente de la CE.

Juncker necesita, como mínimo, la mayoría de votos de eurodiputados (al menos 376 del total de 751) para alcanzar la presidencia. En principio, en virtud de un acuerdo entre conservadores, populares y liberales, Juncker no debería tener ningún problema en obtener la ratificación pero como, en última instancia, el voto es secreto, podrían alterarse los apoyos.

Sin ir más lejos, el recién elegido secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha asegurado que pedirá a los europarlamentarios socialistas españoles, encabezados por Elena Valenciano, que voten en contra de Juncker. En principio, si fallara el apoyo socialista, el conservador cuenta con el colchón de los votos liberales.

De resultar finalmente elegido el conservador Jean Claude Juncker, será la primera vez que preside la Comisión Europea el candidato propuesto por el partido más votado en las elecciones europeas. No es una cuestión baladí, teniendo en cuenta que antes eran los jefes de Estado y de Gobierno de los distintos países miembros los que nombraban al presidente sin tener en cuenta para nada los resultados en las urnas.

Este nuevo procedimiento, considerado por muchos como una cesión de la fuerza de la Comisión al Parlamento, ha convertido el nombramiento de Juncker en un culebrón ante el veto frontal del primer ministro británico David Cameron, no solo contrario a asimilar esta nueva fórmula sino también contrario a Juncker por excesivamente europeísta.