Una temporada más de inestabilidad. Un salto más hacia el vacío de una política que los italianos comprenden cada día menos. La salida del Gobierno de Matteo Renzi, el hoy líder de Italia Viva que por tercera vez en menos de 7 años hunde a un Ejecutivo de su país, tiene una diferencia fundamental respecto a anteriores ocasiones: pone más pólvora sobre una Italia ya rota por la pandemia, justo cuando debe enfrentar negociaciones claves y delicados compromisos internacionales.

Uno de los compromisos más apremiantes, según marca la agenda, es precisamente el plan de recuperación que Italia debe presentar para acceder a los fondos -más de 200.000 millones de euros- del Next Generation. La propuesta italiana fue aprobada el martes por el Consejo de Ministros de Italia (los representantes de Renzi se abstuvieron), pero aún debe recibir luz verde por parte las autoridades europeas, que podrían considerar necesario introducir cambios.

Nervios europeos

Por ello, vuelve a haber nervios en la Comisión Europea. “Es deseable que Italia llegue rápidamente a una solución”, llegó a decir Antonio Parenti, representante de la CE en Roma, al subrayar precisamente que el país es el mayor beneficiario del gigantesco plan de recuperación europeo. “Nos esperamos una actitud constructiva del primer ministro Giuseppe Conte y de Renzi”, dijo también Alexandra Geese, eurodiputada y portavoz de los Verdes/Ale.

Los mercados tampoco han tardado en lanzar su advertencia. La onda expansiva de la bomba lanzada por Renzi, que de momento deja al país en una crisis institucional sin soluciones claras, alcanzó el jueves también a la Bolsa de Milán, que cerró en rojo. Y así también la prima de riesgo transalpina (el diferencia con el bono alemán,) subió hasta los 120 puntos básicos, siete más que el pasado lunes. “Ya hemos perdido casi 8 millones gracias a Renzi”, criticó Roberto Gualtieri, el ministro de Economía.

La cuestión es “cuando más tardarán en encontrar una solución, tanto más fuerte será el ataque de los mercados”, explica Mario La Torre, analista financiero de la Universidad La Sapienza de Roma. Y ello para un país que ya tiene una altísima deuda pública (2.587.600 millones de euros), y que se encuentra inmerso en una pandemia con un paro que alcanza al 8.9% de la población ycon más de 3 millones de italianos que por culpa del covid-19 están en riesgo de pobreza.

Pero hay más asuntos que preocupan dentro y también fuera de Italia, entre ellos que el país preside el grupo del G20, y que en mayo se supone sea el anfitrión de una gran cumbre sobre asuntos sanitarios. Ello después de haberse convertido en uno de los países con el mayor número de contagiados (más de 2,3 millones) por el coronavirus, y muertos (casi 80.000) por número de habitantes. El gran problema es que “la política sigue dedicándose a sus pequeños asuntos, mientras el Titanic se hunde”, decía visionariamente hace unos días el virólogo Massimo Galli.