"¿Qué hay de extraño en que el presidente envíe dinero a su mujer, que vela por los intereses palestinos en el extranjero?", se preguntaba hace unos meses Suha Arafat en el diario árabe Al Hayat . Lo extraño, a ojos del Banco de Francia y de la fiscalía francesa, es que la cifra a la que se refiere Suha es de 11,5 millones de euros ingresados desde Suiza (casi 2.000 millones de pesetas). Además de un testamento político, el otro legado de Arafat, el económico, ha sido algo capital desde su traslado a París.

"Suha quiere meter mano en la fortuna del presidente", dijo un dirigente palestino tras la perorata --"quieren enterrar vivo a Abú Amar"-- que ésta efectuó contra los dirigentes Ahmed Qurei y Mahmud Abbas. Una fortuna que es un misterio. Según la revista Forbes, asciende a 155 millones de euros (casi 26.000 millones de pesetas). Según Israel, más de 775 millones de euros.

El emir de Kuwait

Jean-Claude Robard, un asesor financiero suizo, declaró a la cadena Al Jazira que Arafat abrió su primera cuenta secreta en 1965, con 50.000 dólares del emir de Kuwait. Desde entonces, según Robard, Arafat abrió cuentas en Suiza, Austria, Luxemburgo y las islas Caimán. El asesor también aseguró que el líder palestino es propietario de hoteles en España, Italia, Francia, Suiza y Austria y que es el principal accionista de las compañías de telefonía móvil de Túnez y Argelia. "Sobre la fortuna de Arafat hay un poco de verdad en todo lo que se ha dicho y sin duda mucho de leyenda", opina Shlomo Brom, experto del Instituto Yaffa de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel-Aviv.

¿De dónde saldría todo este dinero? Israel siempre ha acusado a Arafat de apoderarse de las donaciones internacionales a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para enriquecerse y financiar el "terrorismo", extremo éste último que investigaciones de la UE han desmentido. Pero lo cierto es que las cuentas de la ANP hasta el año 2003, cuando tomó el control el eficaz ministro de Finanzas, Salam Fayyed, son un prodigio de opacidad y de escapismo.

En 1997, la ANP admitió que 250 millones de euros habían desaparecido. Un informe del 2003 del Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que hasta el 2000 esta cifra ascendió a 603 millones de euros. Según el FMI, esa cantidad desapareció en un entramado de cuentas en bancos suizos. El ingeniero es Mohamed Rashid, un kurdo iraquí asesor financiero de Arafat y dueño de los monopolios del cemento, el tabaco y el material de construcción de la ANP hasta que fueron trasladados al Fondo de Inversiones Palestinas (FIP), controlado, tras múltiples presiones internacionales sobre Arafat, por Fayyed.

A estos 603 millones desaparecidos , según la prensa israelí, habría que añadir dinero procedente de inversiones directas en el extranjero de Rashid, los beneficios de los monopolios y la recaudación de impuestos que efectúa Israel para la ANP. Según el diario Yedioth Ahronoth, estas tasas se ingresaban directamente en una cuenta personal de Arafat en Israel. Entre 1996 y el 2000, apunta el rotativo, se ingresaron en esa cuenta 387 millones de euros. Para añadir más confusión, resulta imposible distinguir qué cuentas son de Arafat, de la ANP o de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

No es casual que en París coincidieran Suha y Rashid, quien dimitió de sus cargos en el FIP poco antes del traslado de Arafat. Oficialmente, Suha recibía más de 77.000 euros mensuales. Fuentes palestinas sostienen que Arafat confió a su mujer parte del entramado y las claves de sus cuentas secretas. Tras saltar la alarma de los 11,5 millones de euros, la fiscalía francesa investiga si esa cifra constituye un delito de lavado de dinero.

Según Al Jazira, tras la actitud de Suha se esconde una lucha por el dinero, ya que la esposa del rais exige su parte y Abbas y Qurei, que sea devuelta a las instituciones.