El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, llegó ayer a Sudán con un cometido poco usual: advertir al Gobierno de Jartum de que resuelva la "espantosa" situación en la región de Darfur, en el oeste del país, donde, según la ONU casi dos millones de sudaneses necesitan ayuda de primera necesidad.

Tras un breve encuentro con el presidente sudanés, Omar Hasan al Bashir, a quien Powell le hizo saber lo que Washington espera de él y de su gobierno, el secretario de Estado se desplazó al campo de refugiados de Abú Chuk, donde fue asediado por millares de refugiados. En ese campo se amontonan unas 40.000 personas que huyeron de los ataques de los paramilitares árabes y del Ejército sudanés contra sus aldeas, de población negra.

"Estamos impacientes por ver desarmados a los janjawid (milicias árabes progubernamentales) y bajo control, para que la gente pueda volver a su casa", señaló Powell. El Gobierno sudanés niega cualquier relación con los janjawid y que su Ejército cometa desmanes. El ministro de Exteriores, Mustafá Ismail, se comprometió ayer a aplicar un plan para controlarlos y para facilitar la llegada de la ayuda humanitaria.

Anoche, Powell se reunió en el aeropuerto de Jartum con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y con miembros de la Unión Africana, que supervisan el respeto a la tregua firmada el pasado 8 de abril entre Jartum y los rebeldes de la ciudad de Darfur.

Tras dos décadas de combates, el conflicto se agravó en el 2003 y causó entre 10.000 y 30.000 muertos.