Los conservadores de la Unión Cristiano Demócrata alemana (CDU) lograron ayer un espectacular triunfo electoral en el estado de Hamburgo, al hacerse allí con la mayoría absoluta y pulverizar en las urnas al Partido Socialdemócrata (SPD). La CDU logró el 46,9% de los sufragios, según los resultados provisionales, en un estado donde el SPD gobernó 41 años, sin interrupciones, desde el final de la segunda guerra mundial.

Los socialdemócratas obtuvieron tan sólo un 30,9% de los votos, seis puntos menos que en las anteriores elecciones. Los resultados, además, corresponden de alguna forma con lo que indican los sondeos de opinión de ámbito federal. Según el instituto Forsa, uno de los más importantes del país, sólo un 26% del electorado alemán apoya al SPD, mientras que el apoyo a la CDU se sitúa en un 47%. Los resultados de ayer en Hamburgo constituyen un doloroso revés para el canciller Gerhard Schröder, quien hace tres semanas anunció su retirada como presidente del SPD para concentrar sus esfuerzos en el Gobierno federal y llevar adelante las reformas.

Si bien parece prematuro hablar, como hacen algunos comentaristas, del "ocaso del canciller", está claro que se inicia un largo periodo de debilidad política del jefe del Gobierno. El nuevo presidente del SPD, Franz Müntefering, arremetió contra Schröder y dijo que la culpa de la derrota está en "la política federal" y agregó: "No es el mejor resultado" para hacer frente a un año electoral.

CRITERIOS DISPARES Schröder defiende en el SPD una agenda política de izquierda moderada. Müntefering, sin embargo, está más apegado a valores socialdemócratas tradicionales. Ambos tendrán que tomar decisiones. El canciller intervendrá en marzo ante el Parlamento federal, donde se espera que anuncie cambios en su equipo gubernamental.

La esperada reestructuración del Gobierno podría ser la última oportunidad de Schröder. Si no surte el efecto esperado y el SPD continúa perdiendo elecciones, podría producirse un cambio de Gobierno.