El primer ministro israelí, Ariel Sharon, no quiere generar ninguna expectativa y ayer sentenció que la posible desaparición definitiva de la escena política de Yasir Arafat no le va a hacer cambiar su postura hacia el conflicto. Durante una reunión del gabinete de seguridad israelí, el jefe del Ejecutivo aseguró que no hará ninguna concesión a los líderes palestinos que sucederán a Arafat "mientras no actúen para acabar con el terrorismo".

Empleando un lenguaje duro, Sharon expresó su preocupación de que, tras su muerte, Arafat sea presentado en el mundo entero como un "héroe de la libertad". El primer ministro avanzó que pondrá en marcha la maquinaria de la diplomacia israelí para presentar al rais palestino como un "líder terrorista".

Pero en el panorama político israelí aparecen personalidades que creen que la llegada de un nuevo mando palestino es una oportunidad para la paz. Simon Peres, el líder del Partido Laborista, exhortó a Sharon a "hacer gestos de buena voluntad" hacia los nuevo líderes palestinos. "Ya estamos --dijo Peres-- en la era post-Arafat; una dirección palestina responsable está ocupando su puesto, así que ya no podemos decir que no tenemos interlocutor".