El primer ministro israelí, Ariel Sharon, condenó ayer, durante su Consejo de Ministros, la "gravísima campaña de incitación a la violencia y de llamamientos a una guerra civil" de la derecha nacionalista israelí, y exigió a los cuerpos de seguridad "que tomen las medidas necesarias" contra los instigadores.

Conforme se aproxima la fecha para la evacuación de Gaza --prevista para finales del 2005--, los líderes religiosos y extremistas están radicalizando sus mensajes hasta el punto de haber amenazado a los organismos de seguridad con oponerse incluso con las armas.

El líder del Likud exigió a los ministros "silenciosos", aquellos que votaron en contra del plan en la convención del Likud, que se pronuncien contra los dirigentes radicales que intentan expandir la resistencia violenta y pronostican "una guerra civil".

Para los nacionalistas, Sharon desprecia la opinión de su partido y se comporta como un "dictador". El mensaje, cada vez más radical, está calando entre los colonos que no quieren la evacuación, como quedó claro en la manifestación de ayer en Jerusalén. Bajo el lema Sharon está haciendo pedazos el país , 10.000 radicales salieron a la calle.