La indignación generalizada era la nota dominante ayer en Irak, mientras en Bagdad y en Kerbala se sucedían los funerales por las víctimas de los atentados del martes. Los dirigentes iraquís apelaron repetidamente a la calma y responsabilizaron a Al Qaeda de la masacre del día de la Ashura, el más sagrado del calendario shií. Pero miles de jóvenes salieron a la calle a protestar: el blanco de su ira no era Al Qaeda sino Estados Unidos.

Paul Bremer, responsable máximo de la administración ocupante, anunció, para acallar las protestas de los shiís, que se reforzará la vigilancia de las fronteras iraquís para impedir la entrada de combatientes extranjeros que pudieran perpetrar nuevos atentados. Los shiís más radicales aprovecharon que los ánimos están caldeados para hacerse notar ayer en los alrededores de la mezquita de Kadamiya, donde ocurrió el atentado de Bagdad. "No, no, a Estados Unidos", "Viva Muktada al Sadr", eran las consignas más repetidas. Al margen de la manifestación se fueron congregando grupos que proferían gritos como "Alá Akbar" o "Muerte a los enemigos del islam".

Por otro lado, el presidente en ejercicio del Consejo de Gobierno iraquí, Mohamed Bahri al Ulum, anunció ayer que la firma de la Constitución interina se hará mañana a las cuatro de la tarde (hora local), momento en que se dará por concluido el duelo oficial.