A través de su proyecto en Instagram ‘Soul in the kitchen’ une recetas con recomendaciones musicales. Además promueve el consumo de productos locales y aboga por la alimentación sostenible.

-¿Qué puede ofrecer la cocina a la sociedad?

- Como yo quiero que se entienda es que la comida es comida pero también es una herramienta , porque tiene muchas implicaciones, a nivel social, cultural, político y medioambiental super fuertes que no siempre nos damos cuenta de ello. Las decisiones que tomamos respecto a la comida tienen mucho impacto.

-Con su proyecto ‘Soul in the kitchen’, une la música con la alimentación cómo encajan?

-Funcionan bien porque para mi son las dos cosas que más me motivan y más tiempo me gusta dedicarle. También es la forma en la que más rápido llegas a las personas. Juntarlas de una forma actual, a través de Instagram, es la manera más directa de enseñar esta idea que tengo sobre la comida.

-Habla de alimentación sostenible ¿Cuál es su planteamiento?

-Es esencial ser consciente de qué comemos y qué supone que llegue hasta mí, al conocer las consecuencias detrás de ese alimento empiezas a tomar decisiones como consumidor. Hay muchos temas detrás de la comida que tienen impacto social y medioambiental. En muchos casos supone una pérdida de cultura local, de patrimonio gastronómico, de biodiversidad, contaminación, cambio climático… La alimentación es algo muy amplio, porque es producción pero también distribución, marketing, afecta a los mercados, a la hostelería...

-¿A qué retos se enfrenta la sociedad respecto a la alimentación?

-Como consumidores y a corto plazo podemos consumir producto local, encontrar grupos de consumo local en nuestras ciudades, comprar producto de temporada. Reducir los desechos de nuestros alimentos, planificar lo que necesitamos, buscar alternativas a los productos que tenemos.

- Existen modelos de producción alternativos, aunque suelen darse en pequeños grupos ¿es posible adaptarlos a grandes masas de población o debemos buscar otras alternativas?

-Sin ser utópicos, fomentando el consumo local yo creo en la cooperación de grupos pequeños y en las cadenas de producción y consumo más cortas. No es malo consumir alimentos de otras zonas, pero si conseguimos que la cadena sea lo más reducida a nuestra periferia además invertimos en la economía más cercana. Obviamente hace falta una infraestructura para ello, pero las decisiones que tomamos como consumidores son las que van a hacer que ese tipo de sistemas se acaben creando. Un ejemplo en Zaragoza es el mercado agroecológico de la plaza del Pilar de los sábados.

-¿Durante el confinamiento regresó el interés por cocinar ¿cómo se puede mantener ahora?

-Claro, volvió el interés por cocinar porque no teníamos otra cosa que hacer y de repente teníamos tiempo, que es una de las penas de mi generación, que muchos no saben cocinar porque no tienen casi tiempo . La gente conectó con el gusto a cocinar y también les ayudó al bienestar mental para superar el momento que estábamos pasando. Creo que la manera de mantener el interés en la cocina es hacernos ver es que cuando cocinamos lo hacemos para nosotros y que invertimos en nosotros mismos, además se solía utilizar productos naturales y locales. Sirve también para entender que la comida es algo global y que lo hacemos por nosotros y por el entorno que nos rodea.