El Gobierno de Aragón acaba de conceder a la Hermandad de San Juan de la Peña la medalla al Mérito Cultural de Huesca. ¿Cómo han recibido la noticia?

¡Fíjese! La hermandad el año pasado no puedo celebrar el 70 aniversario y ahora, cuando llegamos al 71, esta noticia nos llena de orgullo y, sobre todo, de gratitud. Nosotros trabajamos porque sentimos pasión por San Juan de la Peña y por Aragón. Es un símbolo y representa lo mejor de nuestros valores: el diálogo, el respeto a la diferencia. San Juan de la Peña está debajo de una gran roca, la del Monte Pano, y queremos que esos valores estén asentados con la firmeza de esa roca. Emilio Eiroa decía que allí hasta las piedras hablan. Y es cierto.

Son ya 71 años y 500 caballeros y damas los que pertenecen a la hermandad, que se creó para proteger ese patrimonio.

En los años de la posguerra, cuando nació la hermandad, los monasterios estaban que se caían. Nuestro sentido inicial era la salvaguarda del rico legado patrimonial. Eso evolucionó con la autonomía. Fuimos centrándonos en otras cosas, como la investigación de los restos que allí yacían. Restos que, por cierto, volvieron a ser reinhumados en el lugar en el que querían descansar esas personas, en el 2018. Ahora, tenemos la vista puesta en el futuro.

Y eso, ¿cómo se logra?

El monasterio sigue requiriendo una gran atención. No podemos bajar la guardia. Y nos falta difundir nuestra historia pero con visión de futuro, cambiando la forma de presentarla. Estamos con actividades como la exposición que se inauguró el año pasado sobre el Conde de Aranda, enterrado allí, publicaciones... Insistimos al Gobierno de Aragón en que todos los escolares tendrían que pasar por aquí. Mientras nos hacen caso, tenemos varios concursos en los que los niños, como premio, pueden invitar a toda su clase a visitarlo.

En marzo, celebraron 950 años del cambio de rito mozárabe al romano en el monasterio. ¿Por qué es tan importante?

Porque fue el primer lugar de la Península en el que ocurrió. Entonces, España no existía. Aquí, los ritos religiosos se habían adaptado a cada cultura. En Europa, se habían unificado. En ese contexto, Sancho Ramírez fue a Roma y se hizo soldado del Papa y se comprometió con él a traer el rito romano. A cambio logró que él, Alejandro II, apoyara el incipiente Reino de Aragón que, en ese momento, era una monarquía balbuceante y rodeada de reinos muy poderosos. Fuimos vanguardistas. Y todo esto fue mucho más allá del hecho religioso. En julio vamos a hacer un ciclo de conferencias en Jaca para hablar de todo esto.

Antes tienen su conmemoración principal, el día de San Juan.

Los actos principales son siempre en torno al día de San Juan, con actividades culturales, con una misa solemne, con la investidura de los nuevos caballeros y damas. A ver si este año lo podemos celebrar. Es fundamental que retomemos la actividad asociativa. No solo nosotros. Que podamos estar juntos, con todas las cautelas. Si no, vamos a perder parte de nuestra identidad.

Ustedes tienen una identidad marcada, con su capa y ese himno que compuso, por cierto, el expresidente Eiroa.

Él era un hombre de gran riqueza intelectual y personal. Y fue quien me invitó a conocer la hermandad. Escribió la letra de un himno que utiliza mucho el verbo «alanzar», empujar hacia el futuro.

¿Qué le cautivó de San Juan de la Peña?

Soy aragonés de padre de las Cinco villas y madre de la Ribera del Jalón. Patear Aragón es mi afición. Con el primer coche que compré, un noviembre me fui solo a San Juan de la Peña. Estaban asfaltando, se cayó un volquete y me quedé ayudando. Cuando levanté la vista, me di cuenta de lo pequeño que eres respecto a todo aquello. Descubrí un lugar de acogida y espiritualidad. Los aromas, la historia, los buitres, la vegetación profunda... Lo tiene todo.

Es un apasionado de la historia pero su vida ha ido por otros derroteros. Fue director general de La Zaragozana y preside la Asociación de Industrias de Alimentación, que ha vivido un año muy complicado.

Pero, de un modo u otro, mi actividad siempre han estado pegada al territorio. Este año ha puesto en valor lo importante del autoabastecimiento. Nosotros producimos el 10% de las materias agrícolas y ganaderas. Solo transformamos el 4%. Ahí hay mucho margen de mejora. Somos la industria más vertebradora. También nos afecta el problema de la hostelería, que sigue sin recuperarse. Es vital que lo haga. En España, el bar no es un solo un lugar para consumir sino, sobre todo, para relacionarse.

Elija un rincón de San Juan...

Como lugar de retiro, la iglesia baja. Y el murete para sentarte mirando al valle. Al futuro que todos queremos.