Este escritor nacido en Sena es el Presidente de la Asociación Cultural Senense y ha dirigido durante más de 20 años la revista El Tarirán. Ha publicado estudios sobre el dance en Aragón y una novela, Ilusiones del pan tierno, cuyos hechos transcurren en su pueblo.

¿Qué misterio esconde Sena?

En el año 1936, cuando milicianos anarquistas subieron desde Cataluña en la Guerra Civil, penetraron con la connivencia de algunos lugareños en el monasterio de Sijena saqueando, destruyendo y quemando lo que había en su interior. Entre otras cosas, se profanaron las tumbas de la capilla de San Pedro, donde está el panteón real. Allí están todavía los sarcófagos de doña Sancha de Castilla y de tres de sus hijos.

Profanan esas tumbas… ¿y qué ocurre?

Parece ser que juegan, enredan con una de las momias y se la llevan hasta Sena. Los milicianos, cuando se deshicieron de ella, la echaron desde la calle a un corral donde había una señora haciendo sus tareas. Casi a sus pies, cayó la momia. Estaba prácticamente intacta, perfectamente embalsamada. Los lugareños cogieron los restos y, como la cosa estaba tan caliente en la guerra, no se atrevieron a hacer nada más que dejarlos piadosamente apoyados en la tapia del cementerio. Después de permanecer allí dos días, el cadáver desapareció. Creemos que los restos se hallan enterrados en el cementerio de Sena. Parece ser que se hizo un pacto de silencio entre aquellos que fueron al enterramiento de la momia.

En una tumba sin nombre, en un pueblo monegrino... A mí me suena a wéstern.

Totalmente. La cosa es que nadie ha querido trabajar sobre el tema. Pero nosotros estamos seguros de que la momia de doña Sancha de Castilla descansa ahora mismo entre los restos de tantos en el cementerio municipal de Sena.

¿Qué pruebas han encontrado?

Existen testigos. A las mujeres les llamó la atención los pliegues del vientre, como si hubiera parido, ya que pensaban que era una monja. El médico del pueblo corroboró esas suposiciones y comentó que presentaba los rasgos naturales de haber sido madre varias veces (lo que cobra sentido al saber que doña Sancha de Castilla tuvo ocho hijos) y que era una momia muy antigua que había sido embalsamada, algo que no se hacía con las monjas.

¿No hay testimonios escritos que atestigüen una u otra versión?

Solo testimonios vivos. Siempre ha sido un runrún en el pueblo. En mi caso, fue mi tía, Carmen Cancer, quien me comentó en innumerables ocasiones que ella siendo niña vio, al igual que otras personas como Joaquina Ardanuy, quien falleció el año pasado con 105 años, cómo esa momia desapareció. Es difícil pensar que se la llevaran a otro sitio que no fuera el cementerio donde estaba apoyada. Incluso el Ayuntamiento de Sena colocó una placa en el camposanto donde se indica esta circunstancia. No dudamos en defender esta tesis, y creemos que ninguna es más poderosa que esta.

¿Desde cuándo conoce la historia?

Yo tengo noticias de esto desde crío. Y conforme me hice mayor y tomé responsabilidades en la asociación me preocupé de mirar toda esta historia, volver a hablar con la gente, descubrir esos detalles de los pliegues en el vientre, encontrar la certificación del médico…

¿En qué está trabajando ahora?

He terminado un libro delirante y crítico sobre don Quijote y Sancho Panza traídos a tiempo actual. Comencé a escribirlo con motivo del cuarto centenario de la segunda parte de El Quijote en el 2015 y tuve que retrasar su publicación por la pandemia.