Antropólogo y profesor en la Universidad de Zaragoza, Luis Cantarero publica Cállate papá: padres y violencias en el fútbol industrial, sobre la agresividad de los familiares de jóvenes futbolistas y sus motivos, partiendo del deporte como negocio.

-Tras su paso por la psicología y el fútbol se aventura con ‘Cállate papá’, ¿cuál es el tema que aborda este ensayo?

-Esto no es un libro contra padres, porque cuando uno ve el título piensa que voy a poner a parir a los padres y no es verdad, es a favor de ellos. Todo el mundo piensa que los padres de hijos futbolistas somos unos energúmenos sin remedio, y no les falta razón porque hay un montón de conflictos todos los domingos. He llegado a la conclusión de que forma parte de la cultura del fútbol industrial, es un elemento más, hablo de apuestas, de corrupción, de jugadores, de entrenadores, de directores deportivos, del negocio del fútbol.

-¿El fútbol industrial?

-Es el que prioriza el negocio y no el entretenimiento. Los padres cuando ven que Iniesta se despide y sale su padre contando que con doce años se fue a Barcelona triunfó y ha ganado muchísimo dinero y fama... Los medios de comunicación también contribuyen dar una imagen del deportista que no es real, porque el caso de Iniesta claro que lo es, pero no nos cuentan los doscientos niños que fueron a jugar fuera de su casa y no triunfaron. En este contexto los padres adquieren una mentalidad que no responde a la realidad, aunque esto no justifica su comportamiento.

-La violencia física y verbal ¿es un producto intencionado o una consecuencia de esto?

-Son un síntoma de este fútbol comercial. Cuando un padre empapado de este contexto ve que su hijo no sale, no juega, no gana... la frustración genera esos comportamientos que se expresan a partir de esa idea que tengo: mi hijo tiene que ganar, y no solo ganar sino tiene que ser el mejor. Cuando vas al patio del colegio, o cuando juegas con tu hijo en el pasillo o en la plaza ahí no hay padres viendo esos partidos, ese es el entretenimiento, el niño juega por puro placer.

-¿Cómo le afecta a los jóvenes jugadores percibir esa agresividad en sus familiares?

-Un niño que tiene que convivir con un padre así, en el mejor de los casos deja el deporte, en el peor puede entrar en la ansiedad, la frustración, la depresión, en síntomas de malestar que le acompañarán toda la vida. Los padres pueden producir enfermedades mentales si su actitud es inadecuada.

-¿De qué manera se puede disfrutar del deporte sin caer en estas dinámicas?

-Hay hacerse una idea diferente de lo que es el fútbol, y ahí entramos todos, sobre todo los medios. Los entrenadores también están en esto, con los insultos y el menosprecio, son entrenadores en serie, que solo piensan en ganar aunque tengan doce años. Hay equipos de fútbol sala aragoneses que ya están llamando a niños para llevarlos a sus equipos ¿con qué propósito? Llaman a los mejores para ganar no para entrenar.

-¿Hay equipos trabajando estos modelos?

-Nadie. Mi pena es que cuando yo cuento todo esto en los cursos a entrenadores, de que hay que trabajar con los padres nadie lo hace. No podemos cerrarles las puertas si estamos todos de acuerdo en que los familiares influyen en el rendimiento del niño, hay que cooperar con ellos para mejorar su situación.

-¿Se puede reconvertir el fútbol industrial?

-Soy muy negativo en esto, hay muchísima gente viviendo de esto, está el mundo de las apuestas, muchas federaciones con poder… Pero claro que se puede.