Es inquieta, femenina y decidida, además de abogada, auditora de cuentas, secretaria general de Arame... y una de las autoras de 'Tengo algo que decirte', el libro de relatos que FIDE presenta hoy en el Gran Hotel.

—¿Qué es ‘Tengo algo que decirte’?

—Es la tercera edición de un libro de relatos que ha preparado FIDE (Fundación para la Investigación sobre el Derecho y la Empresa). Es un proyecto colectivo, liberal y participativo en el que muchos profesionales vierten su talento. Esta vez todo viene de la mano de Mario Garcés y está incluida gente de la abogacía, de la empresa, de la literatura… Participa Antonio Garrigues, Lorenzo Silva, Alfredo Conde... En total, 31 autores de diferentes círculos elegidos por un jurado.

—¿Cuál es su relato?

—Sí, quiero. Es una historia situada en los años 40-50. Trata un poco de la falta de libertad que tenía la mujer, de la decencia que debía mostrar siempre, de la modestia, de esa discreción a la que le obligaban en muchos casos. Va de una chica que sufre abusos por parte de un señor y que debe ocultarlo, aunque ella también tiene un ánimo de venganza, es inteligente y sabe iniciar la represalia hacia las personas que la han maltratado.

—¿Qué diferencia hay de esa mujer a la de hoy en día?

—Se han perdido un poco los criterios. Parece que hoy en día todo vale y no es así. Podemos cometer errores, pero ahora esas equivocaciones a veces sirven para ejemplarizar y que eso se convierta en moda o se saque un partido mediático.

—¿Por ejemplo?

—Todos los programas que violan la intimidad de las personas, los grandes hermanos que luego sirven de modelo para muchos jóvenes. Igual de en contra estoy de que a una chica se le obligara a estar varios años de luto casi sin salir de casa como de la niña que hoy en día manda vídeos de relaciones sexuales que luego se difunden. Tan mala era aquella represión como estas conductas actuales.

—¿Sigue en Arame?

—Sí. Estoy como secretaria general. Allí siempre intento transmitir a la mujer que tiene que haber otra a su lado defendiéndola. No me gustan las envidias entre mujeres, las zancadillas, los comentarios hirientes. Desde la asociación intentamos defender a las mujeres como personas talentosas, con iniciativa, con ganas de distinguir y triunfar.

—¿Le gustaría celebrar algo especialmente como mujer?

—Me gustaría ver y sentir la seguridad en la calle. Hay hombres malos en todas partes, pero un hombre que viola debe permanecer en la cárcel hasta que haya una reinserción segura. Y me gustaría que hubiese una presidenta del Gobierno; y que las mujeres que llegan a lo más alto sigan siendo mujeres, que no pierdan su sensibilidad, su dulzura, su sensualidad. Una mujer, cuando llega arriba, no tiene por qué perder sus cualidades innatas. La fortaleza se puede demostrar de muchas maneras, no hace falta masculinizarse.

—¿Nota ahora cierta división?

—Hay que contar con los hombres, que oigan nuestros mensajes, que vean que no es lo mismo una feminista que una feminazi. No debe haber una rivalidad entre unas y otros, pero tampoco debemos cargar nosotras, por ser mujeres y madres, con responsabilidades de siempre como mantener el equilibrio en casa.