En lo alto del balcón de la comarca, el viento, puro como una sonrisa de niño, nos agasaja y mitiga el esfuerzo que acabamos de hacer para llegar hasta aquí.

Lo primero que destaca, es la cantidad de pueblos que se pueden ver: Calatayud, Terrer, Ateca, Moros, Villalengua, Aniñon, Cervera, Valtorres, La Vilueña; Munébrega, Carenas, Godojos y el pantano de la Tranquera, que nos ofrece el color azul de sus aguas y destellos que producen los rayos del sol sobre ellas, como si de un gigantesco espejo se tratase, rodeado por una orla verde producto de los pinos.

Mirando en dirección opuesta, nos encontramos una buena parte del valle del Jalón, por donde discurren entre cultivos, la autovía de Aragón, la antigua general y la vía de alta velocidad. Si nos sentamos y observamos el paisaje con detenimiento, parece que ha puesto colores un pintor surrealista, ya que en un mismo plano destaca el color rojo de Armantes, seguido de los colores blancos de los montes de Terrer y Calatayud, amén de una amplia gama de verdes que expone la Sierra de Vicor y envuelto en todo esto los pueblos que desde aquí parecen silenciosos pero que por dentro, mientras los contemplamos, estarán vibrando la vida, como vibra la cuerda de una guitarra.

En esta sierra otra cosa llamativa pero difícil de encontrar, son las antiquísimas minas que hoy sólo son unos profundos agujeros, donde si se arroja una piedra tarda mucho en llegar al fondo, y se oye un gran estruendo al estrellarse contra el agua que mana por dentro.

El regreso será mas placentero, sobretodo por llevarnos en nuestra mochila imágenes inimaginables que estaban aquí, al lado de nuestra casa.

ANDRES NUÑO