Dice estar dispuesto a llegar hasta el final, pero el tiempo es el que tiene la última palabra. José Luis Calvo inició una huelga de hambre indefinida según reza la pancarta que exhibe junto a las oficinas del Registro de la Propiedad, "ante la injusticia, prevaricación y tráfico de influencias".

Después de 40 años trabajando en esa misma oficina, hace dos años, José Luis Calvo fue expedientado y despedido en virtud de la sentencia del Juzgado de lo Social nº 2 de Zaragoza, ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón.

Sin embargo, José Luis sostiene que el fondo del problema fue la denuncia que él y otro compañero, también despedido después de 45 años de servicio, hicieron de la lamentable situación del Registro de la Propiedad en Calatayud donde ambos tenían el cargo de oficiales.

Para José Luis Calvo, el Registro de la Propiedad se había "convertido en un desastre". Calvo asegura desde la distancia que los hechos le han terminado dando la razón "ya que ahora hay el doble de empleados que entonces". Esta situación, le llevaron a él y otro compañero a denunciar los hechos en el año 2000 ante el Decanato autonómico del Registro de la Propiedad, si bien -según su versión-- no obtuvieron ninguna respuesta.

Lo que sí fructificó fue el expediente abierto a estos dos trabajadores que finalizaron con el despido de ambos. El Juzgado nº 2 de lo Social consideró procedente el despido por "un evidente fraude, deslealtad e insubordinación susceptible de ser apercibido con el despido".

Una sentencia que, para Calvo, respondió a "la prevaricación y el tráfico de influencias que existieron dentro del Ministerio de Justicia, del que dependían tanto la registradora como los jueces".

Durante este proceso, José Luis Calvo entró en una depresión mayor y trastorno por angustia con crisis de pánico", tal como consta en un documento de la psiquiatría del Insalud de marzo de 2002. Su enfermedad, le llevó a enviar escritos "poco afortunados" a la registadora Margarita Zozaya. Como "los maniaco-depresivos somos gente peligrosa sobre todo para algunas registradoras".

Esta y otras frases fueron denunciadas por Zozaya ante el Juzgado de lo Penal nº 7 de Zaragoza, que condenó a Calvo en junio de 2003 por "injurias y amenazas" a una pena de seis meses de prisión, si bien la ejecución de la pena quedó suspendida por un plazo de dos años, condicionada a que durante este tiempo "el penado no volviese a delinquir y no se aproximara a Margarita Zozaya ni se comunicase con ella por cualquier medio".

C.C.C.