Fuentes de Ebro fue pionero entre todos los pueblos de su entorno en la organización el pasado año de un curso de cocina dirigido a la población masculina. El gran interés que despertó la iniciativa animó a sus organizadores a ofrecer una segunda edición del mismo, que ha tenido lugar a lo largo de diez semanas, entre los meses de noviembre y enero, nuevamente en el Colegio Luis García Sainz, entidad que cedió las instalaciones de su comedor escolar.

En esta ocasión, a diferencia del pasado año, en donde la mayoría de los participantes al cursillo apenas si poseían unas mínimas nociones de cocina. Así la totalidad de los 17 alumnos asistentes habían tomado parte en el citado curso anterior, por lo que los platos y técnicas que aprendieron a elaborar siguiendo las indicaciones de su profesora, Paloma, fueron de mayor complejidad y, por supuesto, también más suculentos.

En las diferentes sesiones los alumnos se atrevieron a preparar platos tan complejos como un solomillo relleno, un bacalao a la muselina de ajos tiernos o una tarta de tiramisú. En cada sesión se elaboraban sendos primer y segundo platos acompañados de un postre, de los que los propios cocineros daban buena cuenta una vez concluida la lección, acompañados de un buen vino, preferentemente aragonés. Precisamente una de las clases fue amenizada con una cata de vinos ofrecida por una bodega de Lécera.

Una vez terminada la clase de cocina, y siguiendo con la tónica del pasado curso, los alumnos procedían a limpiar y recoger los utensilios empleados durante la misma.

Como en su debut, la edad de los aprendices de cocina abarcaba un amplio abanico, desde los veintitantos años del más joven hasta los más de sesenta del más veterano, e incluía todos los estados civiles posibles. Si en las primeras lecciones se acercaron al mundo de los fogones por curiosidad o por el deseo de ser algo más autosuficientes, en esta segunda edición todos ellos se apuntaron al cursillo movidos por una verdadera afición por el arte culinario y las numerosas posibilidades que ofrece.

Y es que la mayoría de estos fuentinos no duda a la hora de continuar investigando por su cuenta, fuera de las horas lectivas, en libros y recetarios de cocina y en poner en práctica los nuevos conocimientos adquiridos, lo que, según declaraba uno de los alumnos participantes, "es un gran gusto para nosotros, pero aún más para nuestros familiares y amigos".

G. ABADIA