Desde luego no se trata sólo de un problema de seguridad vial. En el otro lado de la balanza están los animales, no debemos olvidar que los atropellos son su primera causa de muerte en las carreteras. Estas son un "hábitat" nuevo para la fauna, que sólo ha contado con poco más de un siglo para "conocerla" y "adaptarse" a ella, lo que ha repercutido en la alta tasa de animales que mueren cada año. Unos treinta millones, entre los que se encuentran individuos de trescientas setenta especies diferentes. Cerca de nueve millones son anfibios, al menos cuatro millones son reptiles, diez son aves y unos cinco, mamíferos, según la Sociedad para la Conservación de los Vertebrados. Los datos provienen de la labor desinteresada de unas cuatrocientas personas que se dedicaron a caminar cada día por unos tramos determinados apuntando los animales atropellados. Agricultores, maestros, estudiantes y agentes forestales han aportado esta información los últimos años.

No todas las especies resultan afectadas en igual medida. Sus hábitos y necesidades influyen mucho: los erizos se hacen una bola cuando el ruido de un coche les asusta, por los que presentan altas cuotas de mortandad. Hay que destacar que los atropellos varían, estando muy relacionado con el ciclo biológico de las especies (época de celo). El estudio concluye que los fines de semana se incrementa el riesgo. Primero, porque aumenta la circulación, y, segundo, en el caso de los animales silvestres, porque durante esos días se suelen celebrar las batidas de caza, quedando muchos animales desplazados de sus lugares de origen y vagando desorientados por la zona.

La carretera es una excelente trampa de calor, que se convierte en un lugar acogedor y cálido para la fauna que busca confort en la noche. Ante el gran número de animales que mueren en las vías, algunas especies oportunistas han descubierto una fuente de comida fácil (otros animales atropellados) y acuden a las carreteras a alimentarse. En ocasiones se trata de animales enfermos y hambrientos que son incapaces de lograr alimento de otra forma, sobre todo cuando las condiciones meteorológicas son desfavorables. Sin embargo, zorros, córvidos, cernícalos primillas y milanos explotan este recurso alimenticio, han perdido el respeto a los automóviles y patrullan las carreteras en busca de cadáveres. Las rapaces nocturnas también sufren muchas bajas cuando intentan coger sus presas en los márgenes de las carreteras. Todo esto da lugar a accidentes en los que no sólo mueren ellos, sino que se convierten en un peligro para vehículos y conductores.

JAVIER GOZALVO