La sala capitular de la Seo, cerrada desde hace más de 20 años y sin uso, lucirá restaurada a mediados de marzo, una vez que finalicen las obras para protegerla de la humedad que afecta a la solería de cerámica, una pieza de gran valor y poco frecuente en las catedrales. La falta de financiación había retrasado la ejecución de unas obras que finalmente se reanudaron a finales de 2013, con la aportación del Gobierno de Aragón --125.000 euros--, explicó el canónigo del cabildo zaragozano, Ignacio Ruiz, encargado de la conservación del patrimonio. Está previsto que estos trabajos concluyan este mes con la colocación de la sillería, pero se desconoce si el cabildo volverá a reunirse en esta sala --ahora lo hace en la Basílica del Pilar--, reservándola para uso interno, o si la abrirá al público.

Se trata de una de las zonas más antiguas de la catedral de San Salvador, la Seo, y reconstruida a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su interior alberga una sillería de caoba, una bóveda y un retablo dedicado a Juan Bautista, pero la pieza de mayor valor es el pavimento cerámico realizado por las Reales Fábricas de Azulejos de Disdier. A modo de alfombra, más de 1.200 azulejos recubren los 90 metros cuadrados de su interior, donde se reunía el cabildo antes de su cierre.

Cubiertos por esmalte blanco de estaño, los azulejos componen un recuadro repleto de medallones, flores, ruinas y escenas bucólicas, en tonos amarillos, ocres, marrones, verdes y azules, muy poco frecuentes en el resto de catedrales donde predomina la piedra, el mármol, la baldosa o la cerámica, aseguró el arquitecto Mariano Pemán, encargado de la restauración. Después de restaurar los muros en unas obras que se llevaron a cabo en 2010, en 2013 se comenzó a desmontar cada uno de los azulejos del pavimento, originariamente numerados, para limpiarlos y eliminar las sales que habían absorbido.

Tras las obras de saneamiento, con una doble solera de hormigón, se ha vuelto a colocar cada pieza de cerámica, algunas sin dibujo porque no han resistido a la humedad. No obstante, a pesar de la pérdida de la composición cromática en algunos azulejos, se decidió no rehacerlos, mantenerlos, ya que la presentación se conserva lo suficientemente como para "valorar la belleza" de la pieza.