Claro. Aún quedan cuatro chalados empeñados en promover la concesión del premio Nobel de la Paz para algún que otro canalla o en defender el diálogo irrestricto con los terroristas de pistolas humeantes. Pero este país es, hoy por hoy, bastante más sensato de lo que algunos se empeñan en demostrar. Somos, veinticinco años de Constitución lo consiguieron, un país occidental, completamente normal en nuestras preocupaciones, en nuestras ocupaciones y en nuestra forma de ver la vida.

Una democracia plenamente asentada --con la excepción del enfermo del Norte--, una economía boyante y una aproximación en todos los órdenes a los países de referencia la Europa unida y próspera sitúan el desenlace de la próxima cita electoral en unas cotas de normalidad tan previsibles como gratificantes. La España soñada durante generaciones ya es una realidad. Ahora viene el momento de los retoques y de pensar cómo nos situamos mejor en un mundo más amplio e integrado.

Habrá que prestar la atención debida, aunque no obsesiva, a los españoles crónicamente aquejados de incomodidad patria. Pero antes están las políticas que aseguran la calidad del bienestar social y el esfuerzo de promover la reincorporación de nuestro país al primer plano en Europa, Hispanoamérica y el Mediterráneo. La nación ya está razonablemente reformada, saneada y modernizada. Por eso queremos rematar el trabajo pendiente sin saltos problemáticos. Lo vamos a constatar el 15-M.

*Periodista