Para los optimistas, el 2014 ha sido una botella medio llena. Descartada la ruptura del euro y su arquitectura mucho más sólida, con un fondo salva Estados operativo y una unión bancaria incipiente. Los países del sur mas afectados por la crisis, entre ellos España e incluso Grecia, vuelven a crecer, aunque sea de forma anémica. Para ellos, el 2015 puede ser el año de la recuperación. Gracias a la consolidación fiscal, a las reformas estructurales y a los nuevos planes de inversión.

AUNQUE LA situación a finales del 2014 sea mejor que un año atrás, lo hecho no es suficiente para que la eurozona salga de su ciclo de alto desempleo, bajo crecimiento e inflación peligrosamente baja, por no hablar claramente de deflación. Puede que hayamos evitado la crisis financiera/monetaria, pero estamos entrando en una crisis política. El 2015 no será un año fácil, mas bien parece un campo de minas. La primera el 15 de enero, cuando conoceremos la opinión del abogado general del Tribunal de Justicia Europeo sobre el caso planteado por el Tribunal Constitucional alemán contra el plan del BCE de compra de deudas públicas. El anuncio de Mario Draghi en el verano del 2012 --aquello de "haré todo lo que haga falta..."-- puso fin a la fase aguda de la crisis del euro, y una sentencia en contra de ese plan produciría una crisis todavía mayor.

Habrá elecciones en Grecia. Y lo que decidan los griegos puede también volver a poner fuego a la mecha de la crisis, seis años después de que allí empezara. Aunque Tsipras insiste en que no quiere salir del euro, sus planteamientos en materia de ingresos y gastos públicos pueden hacer muy difícil que se quede.

Y si todo lo que la UE puede ofrecer a Grecia es seguir con una austeridad sin horizonte, es normal que la opinión se vuelva en contra de la permanencia. No es solo en Grecia donde la crisis, y los malos resultados de las políticas aplicadas para hacerle frente, están haciendo crecer el euroescepticismo. Por primera vez, las opiniones públicas en Francia e Italia son mayoritariamente contrarias a la integración europea. En Italia, tres de los cuatro grandes partidos están adoptando posiciones contrarias al euro. En Francia, el Frente Nacional sigue subiendo en los sondeos apoyado en la debacle Hollande. Incluso en Alemania emergen partidos contrarios al euro, a los que clasificamos en el cajón de sastre de los nuevos populismos. Y si las cosas van como hasta ahora, lo mas probable es que el Reino Unido se encamine hacia un referéndum sobre la permanencia en la UE que será difícil de ganar para los europeístas.

En España y Portugal, las nuevas formaciones políticas contrarias a las políticas de excesiva austeridad tiene buenas perspectivas cara a las próximas elecciones. Habrá que ver también cómo los socialistas, la izquierda que ya gobernó, compaginan una política expansionista con el respeto de las restricciones del marco europeo tal cuales son, o cómo pueden conseguir relajarlas. En otras palabras, cómo protagonizar un viraje político sin caer en el denostado populismo. El motor franco alemán sigue parado y la acogida que los dos gobiernos han dado al informe encargado a dos economistas de renombre, el francés Pisani-Ferry y el alemán Ederleen, sobre como conjugar "reformas + desendeudamiento + inversión", para fomentar un crecimiento coordinado, no ha podido ser mas tibia. La opinión pública alemana sigue sin ser consciente de lo que implica su posición hegemónica. La cuestión de fondo del 2015 es si la UE puede ser un actor global, o se limita a una asociación regional de un conjunto de pequeños países bajo la dominación del más grande.

A corto plazo solo tenemos tres o cuatro meses para atravesar un campo de minas muy concreto. En marzo, el BCE tendrá que decidir de una vez la aplicación de la expansión monetaria (los QE) a lo que se sigue oponiendo el Bundesbank. Y la comisión tendrá que pronunciarse sobre el presupuesto de Francia , que sabemos que no cumple con las exigencias de reducción del déficit. Y habrá que ver qué ocurre con el plan Juncker, que es poca cosa pero es lo único que hay para relanzar la inversión. Habría que aportar más capital público, a lo que también se opone Alemania, y relanzar la inversión mediante regulaciones inteligentes y claras, en especial en lo que se refiere a la transición energética hacia una economía baja en carbono en el marco de la lucha contra el cambio climático. En este aspecto, el 2015 será también decisivo. Dentro de un año tendrá lugar la Conferencia de París para llegar a un acuerdo sobre la contención de emisiones. Es la última oportunidad para evitar un calentamiento superior a los 2°C. Aunque las dramáticas urgencias del paro y la crisis nos lo hagan olvidar, es la mina mas peligrosa que tenemos por delante en el nuevo año.

Expresidente del Parlamento europeo.