Viajo a Alcañiz con Marta Robles para presentar su nueva novela, La mala suerte, y tengo la buena de compartir el acto de presentación con Berta Zapater, concejal de Cultura de Alcañiz y diputada en las Cortes de Aragón por el Partido Aragonés. Uno de cuyos ámbitos de influencia actual es precisamente la comarca de Alcañiz y el Bajo Aragón.

No por casualidad, sino porque los aragonesistas han trabajado desde hace años para asentar allí una estructura representativa y algunos proyectos asimismo expresivos de su identidad, tradición, presente y futuro.

Como lo es Motorland, depositario de la histórica pasión por el motor que se ha vivido siempre en Alcañiz y del impulso económico que con esa estructura deportiva, emblemática, se pretende imprimir a la comarca. Muy rica en historia, raíces, misterios y paisajes, pero poco poblada y a menudo preterida en los repartos presupuestarios (siendo la carretera 232 a Zaragoza la insufrible prueba de que el pasado sigue existiendo a modo de lastre).

Marta Robles, que no conocía Alcañiz, queda fascinada por su arquitectura, por el aire renacentista de sus arquerías, fachadas y plazas.

La historia se ha detenido en esas silenciosas y húmedas calles y casi pueden oírse las herraduras de los caballos de guerra de las órdenes militares, el alegre acento de los comerciantes genoveses que embarcaban el preciado aceite en los cercanos puertos del Mediterráneo, la vida diaria de una ciudad que ha visto pasar civilizaciones y guerras, cruzadas y herejías, fueros y constituciones. Destilando sus nobles piedras sillares el color, el humo de la historia, brillando en sus torres y campanarios las promesas de otros mundos más felices.

Ese aire pagano, veneciano, que se cuela por las ventanas de sus palacios nos invita a respirar el viento de la libertad, de la creatividad, y por eso envidio sanamente a Ignacio Micolau, cuyos esfuerzos en la gestión cultural se ven recompensados a diario por la maravilla de realizarlos en un lugar tan emblemático y bello como Alcañiz.

Los aragoneses somos muy afortunados al contar con un patrimonio como este. Apreciémoslo, cuidémoslo.