El Gobierno ha presentado un plan para apoyar al sector de la automoción que permitirá a una actividad que supone el 10% del PIB estatal (alrededor del 6% en Aragón) recuperarse un poco del grave impacto que la pandemia y el confinamiento han tenido en las matriculaciones. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue el encargado de hacer pública esta considerable inyección económica, consciente de la importancia estratégica del mundo del motor en España. Las ayudas no solo son un incentivo para que la ciudadanía renueve su flota, sino que tiene como objetivo estimular el desarrollo de los coches eléctricos, que todavía está dando sus primeros pasos tanto en innovación como en venta.

El plan estará dotado de 3.750 millones de euros en tres años, de los que 300 millones irán a la renovación del parque público, infraestructuras de recarga, adaptación de las ciudades a nuevas necesidades de movilidad y la electrificación del transporte, otros 250 a renovación del parque automovilístico hacia uno más sostenible y eficiente, 415 millones a I+D+i, 2.690 millones a inversiones en la industria y 95 millones en cualificación y formación profesional. Ha contado con la participación de los sindicatos UGT y CCOO y las patronales del sector, que se muestran satisfechas con estas ayudas. Además, las comunidades autónomas cogestionarán este plan, algo también muy saludado desde aquellas que, como Aragón, tienen importantes plantas de producción en su territorio.

No obstante, el impulso del sector de la automoción no puede quedarse únicamente en una aportación de capital público. No es la primera vez que un Gobierno impulsa una ayuda como esta, si bien con cantidades más modestas. También lo han hecho los Gobiernos autonómicos, conscientes de la importancia que tiene el motor en la creación de empleo.

Pero en tiempos de incertidumbre y con una transición ecológica que contempla para el 2040 el final de los combustibles fósiles, es necesario que el plan no sea cortoplacista ni sirva únicamente para aliviar un poco las asfixiadas arcas de esta industria. El espejo en el que mirarse es Alemania y Francia, donde se ha hecho un importante esfuerzo inversor en la investigación y la mejora de la tecnología del futuro. Y aquí aún queda camino por recorrer en España, si bien con el plan aprobado ayer se da un paso considerable. Y mucho más con la dura competencia asiática que también en esto lleva varios años de ventaja, con una alta cualificación y una mano de obra más barata que la europea.

Además, aunque el plan compromete a las grandes multinacionales de la industria, debe ser mucho más exigente con ellas y no puede convertirse la entrega de dinero público en un cheque en blanco sin garantías de retorno. Hay antecedentes previos, el más reciente el de la planta de Nissan en Barcelona, en los que grandes compañías no tienen problemas en trasladar sus centros de producción a otros países y dejar en la calle de la noche a la mañana a miles de trabajadores después de haber sido beneficiarias de cuantiosas ayudas públicas En esto, la industria también debe ser corresponsable.