Te quiero más que ayer, pero menos que mañana. Es una de las frases más desgastadas del amor, digna de la vaciedad de Paulo Coelho, que proviene de finales del siglo XIX. Su autora es la escritora francesa Rosemonde Gérard. Transmite la relación entre tiempo y amor, en unos bellos poemas de su libro Les Pipeaux. En realidad esta frase triunfó, a título póstumo, mucho después. Cuando medallas del empalagoso San Valentín la pusieron de moda encadenando su lema al cuello de los emparejados. Menos mal que en mis estudios universitarios tuve dos temas para estudiar el amor de forma más científica. Dentro de la asignatura de Psicología Social, analizábamos los diversos componentes del proceso de enamoramiento. Es uno de los problemas que se dan en las relaciones de pareja. Se suele confundir amor y enamoramiento. Cuando comparamos ambos conceptos, la crisis ya se ha instalado. El enamoramiento es una fase del tipo de amor romántico en nuestro contexto socio cultural. El amor, que puede suceder o no al enamoramiento, conlleva además la consolidación de dos elementos, intimidad y compromiso. .

En las relaciones sociales y políticas también hay que saber distinguir entre amor y enamoramiento. Los partidos intentan mostrarse atractivos para enamorar al electorado. Y no hay nada más seductor que la novedad. Pero el riesgo de estos nuevos emparejamientos es que no suelen llegar al compromiso y a la intimidad. La novedad juvenil cuenta con un encanto irresistible. Pero si no se madura, puede que el amor no llegue. Es lo que ha ocurrido en las nuevas formaciones políticas. Podemos, por la izquierda, y Ciudadanos, por la derecha, han embelesado a cierto electorado. En parte por la inteligencia y belleza que insinuaban. Pero también porque veteranos competidores como el PSOE no se habían cuidado lo suficiente, llegando a tener alguna aventura con la derecha o, como hizo el PP, se había pagado de forma irregular operaciones de lifting político. Pablo Iglesias ha enamorado a una parte de la izquierda. Pero no la ha amado. Sin compromiso mutuo, solo ha luchado por crecer, de forma egoísta, frente a sus vecinos de ideología. Rivera ha utilizado su resistible atracción naranja para enamorar a electores conservadores. Pero sin querer nada en serio con ellos. En realidad quiere ser el Salvini de España. Su pugna ni siquiera es con el reino de Casado. Vox son el Varón Dandy de la política. Queda bien ponerse esa colonia añeja, como gracia, para una despedida de soltero. Pero nadie iría a trabajar con ese aroma del pasado. Vinieron y vendieron una moda vintage, pero en realidad sólo saben a rancio. Y comienzan a pagarlo.

Mientras, las derechas sí gobernarán en Madrid. Ayuso ya es presidenta con los guardaespaldas de Ciudadanos y Vox. No hay mucho amor, pero sexo libre de impuestos que no falte. La izquierda, tan púdica, vuelve a hacer manitas en la Rioja. En España los encuentros siguen de refilón. Parece más bien un amor de verano. Mucho deseo y poca chicha. Vamos, un amor de vegano. PSOE y Unidas Podemos se volverán a ver (y necesitar) a la vuelta de las vacaciones. Mejor en un nuevo curso que repitiendo. Y por favor, que se tome un descanso Echenique para que no siga ejerciendo de tuitrrorista político.

En el gobierno de Zaragoza quieren mandar a la fosa la línea dos del tranvía. La derecha ha sido muy de enterrar. Aunque luego no se acuerden de dónde dejan los huesos. ¿Para qué querrán en los barrios del este y oeste ir rápido y de forma eficiente por la ciudad? Con lo poco que nos votan, debe pensar Azcón. El futuro de la ciudad camina hacia el pasado. Coches particulares para llegar a la puerta del Tubo. Algunos echan de menos los tiempos en que se podía aparcar en pleno bulevar central de la Gran Vía. ¿Qué fue del tranbús del PP? Le han cambiado el nombre a TrumpBus, para pasarse el cambio climático por el forro de los ozones. En Aragón nuestro gobierno ha aprovechado este puente para tomarse un descanso sin que se note y critique en demasía. . Y es que la crisis y la precariedad no están para presumir de bronceado.

Que se lo digan a las siete mil personas que el martes fueron a la Romareda para recibir a Kagawa. Ese futbolista nipón, de sonido escatológico y nombre de personaje de La guerra de las Galaxias. La felicidad en vacaciones cuesta tan poco. La ilusión menos. Con él los maños deben instaurar el imperio del gol naciente. Llegó Shinji, en plena conmemoración del Bon Odori, para encender el fuego de mukaebi. Con su luz, el Real Zaragoza espera encontrar el camino de vuelta a la primera división. Puro amor amarillo. Aunque en el fútbol, como en la vida, el enamoramiento dará paso al amor o al desamor. No olviden lo que decía Gabriel García Márquez: el amor es eterno mientras dura.

*Psicólogo y escritor