Que uno de cada cuatro chiringuitos que hay en paseos y parques de Zaragoza permanezca cerrado este verano sólo puede indicar una cosa: que la rentabilidad ha caído y que la competencia es muy dura. Lo que hace unos pocos años era normal acercarse al parque y sentarse en uno de los quioscos-bar, ahora ya suele ser raro, salvo en aquellos sitios de siempre, que siempre cuentan con su público y que son zonas de gran afluencia de gente. No obstante, la presión municipal para el cumplimiento de los horarios también hace desistir a los empresarios y uno de los motivos por el que este año ya hay menos chiringuitos abiertos.