Quienes tienen el enorme privilegio de poder disfrutar de unas vacaciones, y más aún de poder viajar durante ese periodo, andan a vueltas con que si me decido o no me decido a salir fuera. ¿Cómo estará la playa?, ¿cómo estará la montaña?, ¿y si voy a un destino extranjero y hay un brote y me confinan?, ¿y si enfermo? No hay que ir muy lejos, Aragón es una alternativa maravillosa de viaje para conocer nuestro entorno, a nuestros vecinos, sus costumbres, sus viandas, y no solo eso, sino que además apoyaremos la economía más próxima a nosotros.

Existen muchas opciones, el campo, la montaña, navegar en nuestros pantanos, arquitectura, historia, hasta el mar, aunque sea de agua dulce.

Deberíamos de intentar dispersarnos, para no estar todos de nuevo confinados en los lugares más típicos.

El año pasado conocí una bonita iniciativa que consistía en recorrer los espacios que recreaban diferentes autores en sus libros. Aragón es tierra de cultura, de esa que nos ha acompañado en el confinamiento y puede ser ahora el momento de ver in situ tanto los lugares que han inspirado tanta literatura como los escenarios de muchas películas.

Recorran los escenarios de películas como si fueran estrellas de cine, visiten los Monegros de Jamón, jamón y de paso ábranse camino por Sariñena, Castejón de Monegros, Villanueva de Sijena.

Si les gusta más la comedia aprovechen para recrearse en los espacios en los que se rodó Villaviciosa de al lado, eso sí, no vuelvan sin probar una buena longaniza de Graus y ante todo los chocolates y el queso de oveja de Benabarre, aunque una deliciosa comida vegana en el ambiente bucólico que emana de las Tiesas Altas donde se rodó Que se mueran los feos es una maravillosa opción también. Y podríamos seguir con muchas más como La vaquilla, El reino de los cielos. Tirar de librería, o de biblioteca puede ser un gran descubrimiento, recorramos Teruel como lo hizo Magdalena Lasala en El beso que no te di, Benasque, con sus Llanos y sus espectaculares cimas aún nevadas en Como fuego en el hielo, de Luz Gabás.

Los campos y viñedos de Cariñena que nos enseñó Carmen Santos en Un jardín entre viñedos, trasladarse a las vivencias de Alfonso I de Aragón de la mano del profesor Corral, en San Juan de la Peña y Santa Cruz de la Serós como Emperador. Tampoco dejen el Maestrazgo como el enigmático Patricio Julve hacía en Los relatos de Antón Castro.

Y no olviden nunca su mascarilla, la medida de metro y medio y la higiene.

*Socióloga