El consejero Alfredo Boné suele ser un político templado. Y precisamente eso, temple, es lo que le va a hacer falta para lidiar el toro más complicado de la feria política aragonesa, el hidráulico. De momento, ha conseguido reunir en una mesa con voluntad de diálogo a colectivos antagónicos en la cuestión del agua, y además lo ha hecho aportándoles un documento de base muy interesante. El texto, al que ha tenido acceso este diario, marca una posición técnica ante los temas más controvertidos (grandes embalses, ampliación de regadíos y soluciones para la deficitaria margen derecha del Ebro), pero políticamente parece asumible. Al menos, de inicio. El inmovilismo en materia hidráulica, cuando llevamos doce años agarrados al Pacto del Agua como si fuera un dogma, es un error de bulto. Tras años enzarzados en un diálogo de sordos con Madrid , la DGA no puede perder la oportunidad de marcar sus propias pautas en materia hidráulica.