Con los primeros pasos dados en el desconfinamiento, el pasado fin de semana se detectó en Zaragoza la vuelta del botellón. Pequeños grupos de adolescentes y jóvenes acudieron a las riberas del Ebro, donde siempre, para beber y pasar un rato entre amigos, eso sí, sin mucho distanciamiento social. El resultado, un pequeño descontrol, además de restos evidentes de suciedad en la zona al día siguiente. Además de exigir el Ayuntamiento de Zaragoza a FCC que se esfuerce más en la limpieza de las riberas, un tanto abandonadas en la margen derecha y en la izquierda, también hay que controlar estas quedadas. Consistorio y Delegación del Gobierno no pueden pelotear con el tema porque el problema es de todos. Lo era antes, y ahora más porque en estos momentos hay muchos riesgos a la hora de congregarse cierto número de personas. Las autoridades deben cortar por lo sano.