La marquesa de Casa Fuerte. Pues no. Más bien va a ser la marquesa de Chorra Pelada. Menuda joyita la portavoz del PP en el Congreso. Lamentable intervención la de Álvarez de Toledo, que ha dejado su honor, ese por el que supuestamente le fuera concedido su título nobiliario (si no a ella, sí a los suyos), a la altura del barro. 0 nivel político, -1 calidad humana. Y es que, así como el hábito no hace al monje, la nobleza no te la otorga un título nobiliario. ¿Cómo alguien que debería dar ejemplo de civismo y de modales elevados, no tanto por noble sino por ejercer de una manera responsable su rol de representante político, puede llegar a comportarse cual auténtica chonarra de la palabra?

Entendemos que la actividad en un hemiciclo conlleva la subida de tono del discurso en muchos momentos, más si cabe, entre miembros de signo político antagónico, pero de ahí a cometer delitos de injuria y calumnia, y de ser consciente de ello y no retractarse públicamente, va un abismo. Calificar de «terrorista» al padre de Iglesias es una acusación mayor, no es baladí, y en absoluto enriquece la dialéctica política, sino que por el contrario empobrece el discurso y debilita los cimientos de la democracia. Una, la española, que está siempre sacudida por el peor de los covid: el sectarismo, la absurda división social en dos bandos, una derecha y una izquierda irreconciliables, que alimentan los odios y los enfrentamientos en un pueblo como el español, noble y grande. Tanto, como el comportamiento demostrado por el vicepresidente segundo del Gobierno (al que Álvarez de Toledo ha tildado de «burro de Troya» del nacionalismo), que estoicamente resistió el embiste de la marquesa, con aplomo y sabiduría, pero, sobre todo, con respeto.

*Periodista y profesora de universidad