POLITICA

La unidad del Estado

***Gabriel López

***Barcelona

La política española ha quedado secuestrada por el tema de la unidad del Estado.

Mientras, la vivienda, la escuela pública, la anorexia que empieza a afectar a las becas, las guarderías virtuales, la sanidad, nuestro reciente fervor imperialista y la eufemísticamente llamada precariedad laboral para retratar la situación de semiesclavitud en la que anda el personal (den un paseo, al menos, por bares y cultivos cercanos) son sólo algunas de las joyas de la corona que se quieren ocultar con la unidad del Estado.

Espero que los políticos asuman sus responsabilidades e intenten dar solución a los problemas que padecemos los ciudadanos en aras de una sociedad más justa. Sin un Estado solidario entre sus habitantes (y no me refiero aquí a la solidaridad demostrada entre autonomías) y donde se imponga el diálogo, poco nos importa la unidad de éste si no despierta simpatías.

SOCIEDAD

Adiós Navidad, adiós

***Alberto Romeo

***Zaragoza

Cuando lean ustedes estas líneas, ya habrán pasado las fiestas y la compra masiva de regalos; las grandes superficies ya comenzarán a exprimirse las neuronas pensando en la campaña del próximo año, una campaña que, como siempre, comenzarán tan alejada de las fiestas que casi no nos dará tiempo de sacudirnos las sandalias playeras.

Los libros, los perfumes, los complementos deportivos o de última moda, incluso- ¡los tangas rojos!, casi nunca coinciden con las tallas mentales o físicas de la persona que queremos obsequiar. Y es que compramos regalos como si fuera un rito obligatorio. A veces sin conocer, ni preocuparnos de indagar, los gustos personales del otro, pero, eso sí, ¡que nos lo envuelvan todo en papeles de gran colorido!, ¡que tenga grandes lazos!, ¡que el abeto, el acebo y las campanillas sean bien visibles! Queremos que nos lo vendan más o menos como entregamos y recibimos todo en estos tiempos complicados que nos ha tocado vivir: muy bonito por fuera pero superficial por dentro. Vamos a contar un hecho acontecido en unas navidades, para nosotros muy importante y positivo.

Sucedió en una institución benéfica de Zaragoza. En esos lugares, los transeúntes son a veces muy conocidos y su costumbre de recorrer el país siguiendo el "carril" de la pobreza hace que se hagan visibles más de una vez al año. Pero no era así con "Pakito", hacía mucho que no se le veía, cuando al final apareció aquellas navidades de 1996 deteriorado totalmente: legañoso, sucias y blanquecinas las comisuras de su boca, con un "aroma" a vino y orines que tiraba hacia atrás- Al verlo así, pero comprobando que sus ojos picarescos eran todavía capaces de reconocernos, le dijimos: "Pakito, qué alegría de verte". "Pakito" se echó a llorar- Al preguntarle el motivo contestó, "hace muchos años que nadie me ha dicho que se alegraba de verme". No somos demasiado impresionables pero aquella contestación nos puso el vello de punta. "Pakito" murió hace unos meses: una enfermedad incurable y "de moda" terminó con su juventud, pero no lo vamos a olvidar nunca, y mucho menos en Navidad. Y es que, al final de todo, lo que cuenta, el mejor regalo que podemos hacer es regalar trocitos de amor. De ese tipo de amor del bueno, que todos, absolutamente todos, en cualquier momento de nuestras vidas deseamos recibir: un achuchón, un beso o algo tan simple como una palabra amable o una sonrisa. Y es que a estas alturas parece que una de las cosas que más "acariciamos" son los mandos de la televisión, que con sus programas envenenados, aunque nos los pinten de "color rosa", se ha convertido en la gran enciclopedia del desamor.